Ciudad Perdida
Los anhelos del PRI en el DF
Viejitos en la mira tricolor
Los coopta a su estilo: con tarjetas
Miguel Ángel Velázquez
L
as denuncias de los titulares de algunas demarcaciones de la ciudad dan idea de algo que no ocurría en la ciudad desde hace cuando menos 12 años: el intento del PRI por renacer en un ámbito que lo ha rechazado en las urnas y en la vida cotidiana una y otra vez, porque parece no perdonar muchos de los pasajes de su historia, pero principalmente aquellos en los que la represión se levantó impune sobre las razones de buena cantidad de sus habitantes.
El PRI significa, en el DF –cualquier encuesta lo podría confirmar–, la trampa política, el abuso del poder, la eterna demagogia y un poco o un mucho de ese mexicano que se aborrece a sí mismo por todo eso, y por eso mismo en esta ciudad sus ciudadanos intentan, se arriesgan a sufrir el intenso dolor del cambio.
Pero el PRI nunca estará satisfecho de su anhelo de poder sin lograr para sí el DF. Hoy ha emprendido una batalla por perforar las capas sociales que se convirtieron en el gran escudo de las izquierdas en la ciudad de México, y hallaron la pared más blanda, la más inerme, aunque no la más despolitizada.
Resulta que los adultos mayores, los que no han cumplido los 68 años que marca la ley local para recibir los beneficios que otorga el gobierno, empiezan a ser capturados por el priísmo, que promete darles algún beneficio –poco más de 500 pesos mensuales– en caso de que decidan vestir sus colores.
En las dos administraciones pasadas en el DF, el PRI casi desapareció, un tanto por lo que ya hemos descrito, otro, por el pleito constante entre sus dirigentes, y además el abandono total de que fue objeto su militancia, o mejor dicho, el control que se ejerció sobre algunos de los líderes priístas, cooptados por la administración de Marcelo Ebrard.
Ahora, con nuevos aires, los priístas hallaron que la mejor manera de ganar votos es recurriendo a una de las más exitosas formas de ayuda que inauguró el perredismo en la ciudad, cuando la gobernó Andrés Manuel López Obrador: ayudar a los adultos mayores con una mensualidad que les permitiera sufragar sus gastos más urgentes. No pueden repetir aquello de lo que ya se ocupa el gobierno actual, pero encontraron que los adultos menores de 68 años no reciben ninguna recompensa institucional, así que en ellos encajan el diente.
La historia es la misma: los hallan, los obligan a afiliarse y les dan una tarjeta de banco para que cobren por su lealtades al PRI. Lo importante ahora es que se frenen cuanto antes esas prácticas. Los priístas dicen que no es cierto, pero ya hay pruebas que lo demuestran.
Por eso es tan importante que el jefe de Gobierno, Miguel Ángel Mancera, marque una línea bien definida en la que no permitirá que así de fácil los del PRI busquen menoscabar el trabajo de muchos años de las izquierdas en el DF. Mancera será quien denuncie cualquier trampa de los tricolores, sabe que la gente en esta ciudad lo apoya, y también sabe que los ciudadanos de esta capital pueden recibir los beneficios temporales de cualquier partido, pero saben por quién votar.
De pasadita
No se le puede llamar de otra manera. Ahora resulta que un puñado de diputados locales del PRD, 19 para ser exactos, piden que su líder, Manuel Granados, les rinda cuentas. El asunto ya se venía venir; aquí lo dijimos en varias ocasiones. No, que nadie se equivoque, no se trata del desempeño político de Granados: se trata de una venganza en contra de Miguel Ángel Mancera, a quien culpan de haber movido el piso perredista en la ciudad para que cambiara de manos la dirigencia. Así que nadie se pase de listo. La venganza anunciada se echó a andar. Por cierto, en eso de la elección de la nueva dirigencia en el PRD-DF quedó más que claro que Marcelo Ebrard va en apoyo total de Raúl Flores. Por eso Vidal Llerenas decidió también dar su voto en favor del ex delegado de Coyoacán, aunque, a decir verdad, Ebrard hace varios días que anda por Nueva York. No se pasen de listos.
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