domingo, 28 de abril de 2013


La farsa de la evaluación magisterial

La anunciada evaluación a los docentes es un engaño. No resuelve ni ayuda.
Es cierto, la calidad educativa está por los suelos. Es cierto también que la evaluación es un instrumento necesario: evaluación al docente, evaluación al alumno, evaluación a las autoridades, evaluación al sistema educativo en su conjunto y evaluación al entorno social que produce la baja calidad educativa. Todo eso es necesario.
Pero la reforma educativa no tiene nada que ver con todo ello. No se propone evaluar la educación en México, sino facilitar el despido de los maestros. No es una reforma educativa. Es una reforma laboral. ¿Correr a un maestro permitirá elevar la educación de los niños de Chiapas, Guerrero, Oaxaca y Puebla? Lo dudo mucho.
La evaluación a la que se refiere la reciente reforma constitucional es la que ya venían pactando Felipe Calderón y Elba Esther Gordillo. Es el mismo modelo. Es la misma ideología. Se trata de un examen de conocimientos que se realiza a los alumnos, con el cual se califica a los maestros. De acuerdo a dicho esquema, si el alumno sale mal evaluado el maestro también queda reprobado.
Pero... ¿El bajo desempeño académico del alumno no reprueba en primer lugar al propio sistema educativo y al mismísimo sistema social? ¿Alguien en su sano juicio puede afirmar que el buen desempeño de un niño desnutrido y en extrema pobreza depende simplemente del rigor académico de su maestro?
Basta con analizar hacia dónde está dirigida la mira de la reforma educativa, en dónde aparecen los más bajos desempeños escolares regionales y en qué zona se encuentra la propuesta magisterial. El denominador común es el territorio más empobrecido del país.
Sí se trata de hablar de evaluación cito a los más reconocidos expertos. En su libro Evaluación de Proyectos Sociales, Ernesto Cohen y Rolando Franco afirman:
"En un proyecto educativo cuyo objetivo es mejorar el rendimiento de alumnos primarios pertenecientes a sectores en situación de pobreza (...) pueden mencionarse cinco factores (variables independientes) que influyen sobre el rendimiento: 1) estado nutricional; 2) método pedagógico; 3) infraestructura escolar; 4) coeficiente de inteligencia de los alumnos y 5) nivel económico social de sus familias".
Como puede observarse, el buen desempeño del maestro puede influir en la variable número dos. Es decir, su adecuada formación implica la utilización de un método pedagógico que facilite el aprendizaje. ¡Pero el maestro no puede influir en las otras cuatro variables! ¡El maestro no alimenta a los niños, no construye las escuelas, no determina la inteligencia biológica de los educandos y no paga los salarios de los padres de sus alumnos, ni determina el nivel de desarrollo regional de sus comunidades.
Los cuatro estados con mayor desnutrición infantil, pobreza y subdesarrollo regional son Oaxaca, Guerrero, Puebla y Chiapas. Detrás de este dato se encuentran los bajos salarios, la deficiente infraestructura, la pobreza extrema, la fuerza de las empresas que producen alimentos chatarra y la falta de un proyecto social. La evaluación de los estudiantes de nivel básico de estas entidades reprueba a los gobiernos federal y locales y al modelo de desarrollo económico y social. Pretender responsabilizar a los profesores del drama educativo que vive el país es una aberración. Por eso digo y reitero: la evaluación educativa aprobada por los firmantes del Pacto por México es una farsa.

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