¿Y Genaro?, ¿y Calderón?
Desde Luis Echeverría hasta Felipe Calderón, las masacres de civiles se mantienen impunes en México. Ningún alto funcionario, mucho menos un jefe de Estado, paga culpas por lo que puede ser calificado como genocidio.
Miércoles 15 de mayo de 2013
Guatemala está dando una lección universal al someter a juicio y condenar por genocidio a un expresidente.
José Efraín Ríos Mont, quien fuera el jefe del Estado guatemalteco en los 80s, fue hallado culpable por un tribunal de su propio país que lo sentenció a 80 años en prisión.
Al exdictador se le acusa de 15 masacres a manos del ejército, en las que murieron mil 771 indígenas mayas-ixiles en el departamento de Quiché.
En Guatemala no hizo falta que un tribunal internacional o un juez como el célebre Baltasar Garzón atrajera el caso, como sucedió en 1998 con la sentencia al chileno Augusto Pinochet.
Una acción judicial de la dimensión de la guatemalteca fue aplaudida por las Naciones Unidas en voz de la alta comisionada para los Derechos Humanos, Navi Pillay.
“Rindo homenaje a las víctimas, familiares y sobrevivientes, cuyo coraje y perseverancia hicieron posible este fallo, pese a todos los obstáculos, así como a los abogados, fiscales y jueces, quienes cumplieron con su deber bajo circunstancias excepcionalmente difíciles, enfrentándose a graves amenazas e intimidaciones”, dijo la comisionada de Naciones Unidas.
Esa historia se dio en la nación colindante al sur de México, apenas pasando el Suchiate. ¿Podría tener algún impacto en nuestro país? Debería.
Desde Luis Echeverría hasta Felipe Calderón, las masacres de civiles se mantienen impunes en México. Ningún alto funcionario, mucho menos un jefe de Estado, paga culpas por lo que puede ser calificado como genocidio.
El más inmediato, el de la famosa y fallida guerra del sexenio anterior, que dejó no mil 771 como en Guatemala, sino 70 mil muertos –de los cuales al menos la mitad eran civiles–. Es un largo expediente que obliga a investigar. O ya por lo menos a preguntar.
¿Cuáles son las responsabilidades de personajes oscuros como Genaro García Luna, quien desde la Secretaría de Seguridad Pública secuestró la tranquilidad de la nación para terminar protegiendo –por acción u omisión– algunos intereses, empresariales y del crimen organizado?
¿Hasta dónde Felipe Calderón fue artífice, cómplice o una víctima más del baño de sangre en el que se hundió México durante su administración?
¿Tendremos que esperar 20 años como en Guatemala para que los familiares de los miles de desaparecidos de esa absurda guerra sin salida, logren que una corte nacional o internacional se decida a abrir los expedientes?
Alguien tiene que ser el primero…. o el segundo, porque Guatemala ya nos lleva la delantera.
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