Tres horas y media después del asesinato del presidente municipal a SAn Juan Chamula llegó la policía
"Borre esa foto", reclamaba un policía estatal con casco, apuntando su rifle de gases lacrimógenos a este reportero cuando lo vio retratar al hombre tendido en el piso. Una decena de vehículos de policía acababan de ingresar a la plaza y saltaron al piso empuñando sus armas, sumamente nerviosos. "Bórrela", insistió. Al ser interrogado que por qué, otro agente más lejos apunta su arma larga unos segundos, y el primer agente, quizás recapacitando, señalaba a los escasos indígenas que observaban desde la periferia de la extensa plaza central: "Si no, lo va a golpear la gente". "¿Entonces para qué me apunta?"
De hecho, el único momento en que algunos indígenas intentaron interpelar a los reporteros fue cuando un funcionario estatal se dirigió a un grupo de conocidos suyos y le indicó "quitar a los periodistas"; los indígenas se limitaron a impedirnos aproximarnos a la presidencia, el PRI y el mercado.
Vehículos de las policías municipal de San Cristóbal de Las Casas, estatal y agentes de investigaciones arribaron sonando sus sirenas hacia las 11 y media de la mañana y acordonaron la parte frontal de la plaza con equipo antimotines y armas reglamentarias. El nerviosismo de agentes y funcionarios era lo más alarmante de todo. De inmediato procedieron a recoger cartuchos y otras evidencias, y sólo más tarde otros más utilizaban guantes de látex y bolsas. Más que investigar, estaban limpiando la plaza.
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