He paseado estos días por el Distrito Federal. No salí de vacaciones por una combinación de problemas personales y financieros. Así que he aprovechado la Semana Santa para pasear en la metrópoli en la que habito.
Decidí aprovechar la tranquilidad del asueto de Semana Santa para recorrer algunos lugares que, normalmente, no visito por las complicaciones del tráfico.
Más allá de los atractivos turísticos de la capital del país, siempre disfrutables, lo destacable de mi recorrido son los baches, la basura, las obras públicas mal planeadas, el exceso de vendedores ambulantes, en fin, la evidencia de que don Marcelo Ebrard Casaubón ha sido un pésimo gobernante.
Qué pena. Porque, sin duda, en 2012 el PRD batallará, y mucho, para conservar la jefatura de gobierno. Sobre todo batallará si Ebrard insiste en dejar como su sucesor al secretario de Educación, Mario Delgado, quien nomás no levanta entusiasmo en ningún sector social capitalino.
Ebrard nunca ha sido un hombre de izquierda y nunca lo será. Su vocación es la de priista y, gobernando como tal, ha servido la mesa para que en 2012 llegue el PRI y arrebate al PRD el gobierno de la capital de México. Este no es, por desgracia, un escenario improbable. Claro que no.
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