En eso de escoger, dentro del PRD, quién podría ser el candidato a la jefatura de Gobierno del Distrito Federal para suceder a Marcelo Ebrard, deberá hacerse la diferencia entre quienes deben, quienes pueden y quienes quieren, porque allí podría estar la clave.
Y es que, por ejemplo, hay algunos que deben estar en la contienda porque, a la falta de un liderazgo definido, su experiencia en los ámbitos de gobierno, su trabajo en la línea de izquierda, sin titubeos, la fidelidad a su partido hasta en los peores momentos, como el actual, y desde luego la ambigüedad con la que se conduce el gobierno, que no alcanza a diferenciarse de la derecha, los obliga a tratar de defender lo que ellos definen como principios de la izquierda.
En esa escala se inscriben personajes bien conocidos como Martí Batres, Armando Quintero, Benito Mirón, Agustín Guerrero y aunque muchos no lo quieran creer, Alejandra Barrales. Todos ellos tienen un largo recorrido en las luchas propias de la ideología que dicen defender. Ninguno ha militado en otro partido que no sea el PRD, todos tienen alguna experiencia en funciones de gobierno en la ciudad, aunque cabe hacer notar que tanto Batres como Quintero han permanecido en diferentes instancias del poder durante todo el periodo de gobierno de izquierda en la ciudad.
Los que pueden, es decir, aquellos que además de su historial político, o sin él, cuentan con los apoyos suficientes, tanto económicos como partidistas, o los que provengan de la jefatura de Gobierno, juegan en otro tablero. Allí se puede ubicar a Mario Delgado, Miguel Ángel Mancera, Alejandra Barrales y hasta esa aberración política de apellido Navarrete. Los anteriores, según se dice, apoyan sus posibilidades en el visto bueno de Marcelo Ebrard. Además están los que cuentan con apoyos partidistas. En ese renglón están Quintero y Mirón, el primero como líder de UNyR, y el otro como uno de los prospectos del perversor René Bejarano.
Mario Delgado y Miguel Ángel Mancera no cuentan con experiencia política casi de ningún tipo, y uno más, otro menos, en el PRD, aunque se les considera como la propuesta de Ebrard, no se les acepta de la mejor manera, y eso pesa.
Los que quieren son todos los mencionados, más Joel Ortega, quien se vio obligado a truncar su permanencia en diferentes puestos de gobierno –fue funcionario desde la jefatura de Cuauhtémoc Cárdenas– en la gestión actual, debido a la tragedia en el antro News Divine. Ortega está muy bien posicionado en las encuestas, según se señala, y en esas mediciones está muy lejos de ser relleno. Los propios encuestadores, como Mito-fsky, lo consideran con respeto por su trabajo.
Caso aparte es el de Martí Batres. Si alguno de los que están en la pugna tiene problemas con la jefatura de Gobierno, es él. Para nadie es desconocido que no cuenta con las simpatías de Marcelo Ebrard, y se asegura que es él, el propio MEC, quien ha quitado facultades a la Secretaría de Desarrollo Social que Batres tiene a su cargo, con el fin de reducir sus posibilidades. Además, en el PRD se dice que la corriente que lidera (Izquierda Social) no tiene gran peso popular. No obstante, Batres es uno de los más aceptados, según las encuestas, y nadie puede negar su trabajo.
De pasadita
Hace no mucho tiempo, desde todos los ámbitos de la sociedad capitalina se condenó la golpiza que un grupo de policías propinó a un ciudadano de origen africano, que pudo haberle causado la muerte, según se ha denunciado. Ahora tenemos frente a nuestros ojos a un par de borrachas que insultaron y agredieron a un uniformado, sin que éste respondiera a las provocaciones. El policía fue condenado, principalmente por las voces que buscan, de todas todas, que el gobierno de la ciudad se refugie en el autoritarismo. Afortunadamente el uniformado intenta que sea la ley la que castigue a sus agresoras. Mejor la ley que el tolete, aunque le pese a la derecha. ¡Qué bueno!
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