¡Felicidades!, mexicanos enmudecidos, que el inquilino de Los Pinos les ha preparado un regalo digno de tiempos pasados (frase predilecta del susodicho en estos tiempos electoreros), aunque lamentablemente no lo presumirá entre sus grandes logros virtuales, en las tres pistas que para la ocasión ha preparado: el bombardeo propagandístico con motivo del autodenominado Informe de gobierno, la entrega de la documentación respectiva en el Congreso (próximo jueves) y la onerosa reunión de cuates en el Auditorio Nacional (el viernes venidero).
Así, ante la modesta decisión calderonista de sólo presumir grandes logros virtuales, la mexicanada tiene que enterarse por otras vías del gran regalo que les ha preparado el sexenio de para vivir mejor, es decir, que cada uno de ellos, incluidos los recién nacidos, adeuda 41 mil pesos por cabeza dado el creciente endeudamiento registrado en la administración del michoacano, monto 132 por ciento superior al que, en el prorrateo, los habitantes de este país debían al inicio de esto que han dado en llamar –los panistas, desde luego– gobierno mexicano.
Al cierre del primer semestre del año, el saldo de la deuda total del sector público federal llegó a 4 billones 612 mil millones de pesos, contra un billón 985 mil 812 millones el primer día de diciembre de 2006, cuando por la puerta de atrás impusieron al calderonato, cuyo máximo representante –el haiga sido como haiga sido– ácidamente criticó en su campaña electoral, una y otra vez, a aquellos malos mexicanos que todo lo resolverían con deuda y más deuda. Y para ser congruente con sus dichos, a la vuelta de 57 meses de estancia en la residencia oficial el susodicho reporta un endeudamiento que envidiarían los denostados representantes de los tiempos pasados.
Qué bueno que se impidió a los malos mexicanos llegar a Los Pinos, porque hubieran endeudado al país, de acuerdo con Felipe Calderón, quien no hace mucho presumió que en la maravillosa y resultona década de los gobiernos panistas 15 millones de nuevos mexicanos se incorporaron al inventario nacional, es decir, 15 millones de nuevos pagadores de la creciente deuda pública federal (aparte el débito de los estados y el Distrito Federal), quienes al nacer en lugar de torta bajo el brazo traían pegada la factura de su parte proporcional por concepto de endeudamiento.
El Centro de Estudios de las Finanzas Públicas de la Cámara de Diputados, con base en la información de la Secretaría de Hacienda, resume así el panorama: la deuda bruta total del sector público federal al primer semestre de 2011 se ubicó en 4 billones 611 mil 783 millones de pesos, equivalente a 33 por ciento del producto interno bruto, monto superior en 166 mil 328 millones (casi 14 mil millones de dólares) al observado al cierre de 2010. El saldo de la deuda interna bruta del mismo sector ascendió a 3 billones 296 mil 132 millones (23.6 por ciento del PIB), mientras el de la deuda externa registró 111 mil 130 millones de dólares (9.4 por ciento del PIB).
Ante este agradable panorama, el CEFP advierte que el costo financiero de la deuda del sector público presupuestario (intereses, comisiones y gastos asociados al débito, así como las erogaciones para saneamiento financiero y de apoyo a ahorradores y deudores de la banca) al primer semestre de 2011 ascendió a 136 mil 125 millones de pesos, monto superior en 3 mil 661 millones respecto del mismo periodo de 2010. Del total mencionado, 91 por ciento correspondió al pago de intereses, comisiones y gastos de la deuda pública presupuestaria, y el 9 por ciento restante se asignó a las erogaciones para apoyo a ahorradores y deudores. De lo anterior surge la alegre noticia de que, en los primeros seis meses del año, los mexicanos pagaron cotidianamente casi 690 millones de pesos para cubrir los intereses generados por la deuda del gobierno federal, monto 50 por ciento superior al presupuesto anual de la Secretaría de Desarrollo Social, y 30 por ciento superior al de la Secretaría de Salud.
Como se observa, qué bueno que el inquilino de Los Pinos atribuía a otros que su única propuesta de gobierno era endeudar más y más a los mexicanos. Pero, como anota el referido centro de estudios de la Cámara de Diputados, si se considera el saldo histórico de los requerimientos financieros del sector público (SHRFSP) se afina aún más el análisis sobre la deuda pública del país. “Este concepto –explica– comprende la deuda ampliada y total del sector público presupuestario; agrupa la deuda pública neta presupuestaria y la deuda pública no presupuestaria; la última integrada por los pasivos netos del Instituto de Protección al Ahorro Bancario (IPAB), del Fondo Nacional de Infraestructura, los asociados a los proyectos de inversión pública financiada por el sector público (Pidiregas), así como por los programas de apoyo a deudores, y la pérdida esperada de la banca de desarrollo y de los fondos de fomento”.
Así, al segundo trimestre de 2011, el SHRFSP totalizó 4 billones 938 mil 110 millones de pesos, equivalentes a 35.4 por ciento del producto interno bruto. Del porcentaje anterior, 26.5 por ciento correspondió al componente de financiamiento interno y el 8.8 por ciento restante a los requerimientos de financiamiento externos. Con este último dato, los mexicanos serán más alegres todavía, porque cada uno de ellos debe pagar cerca de 44 mil pesos, sin incluir lo que corresponda, de acuerdo con su lugar de nacimiento, por la deuda de los estados de la República y el Distrito Federal.
Lo citado y documentado por el CEFP en materia de deuda pública federal, forma parte de los indiscutibles logros reales del calderonato, aunque lamentablemente no será cacareado en el V Informe de gobierno, toda vez que en éste, como en los cuatro anteriores, sólo caben los éxitos virtuales que día a día registra el México de mentiritas, mejor conocido como calderolandia.
Las rebanadas del pastel
Como en el caso del IMSS en el asunto de las guarderías subrogadas (que reventó con el incendio en la ABC de Hermosillo), ahora la Secretaría de Gobernación muestra el cobre ante la carencia de un inventario actualizado de permisos para casinos y demás casas de juego. En 2009 el organismo a cargo de Daniel Karam tardó más de un mes en medianamente entregar a los diputados la relación de beneficiarios de las guarderías subrogadas. Ahora, Gobernación no supo ni por dónde comenzar. Ambos casos muestran el verdadero desmadre que impera en el gobierno federal… Y si de Gobernación se trata, Francisco Blake Mora se mostró magistral, como siempre, pues rápidamente descubrió que el acto terrorista en Monterrey fue obra del crimen organizado. ¡Qué agilidad!
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