sábado, 27 de agosto de 2011

Si se pierde Monterrey, se pierde México-- FEDERICO ARREOLA

Por su tamaño, es la tercera ciudad más grande de México. Por lo que representa en términos de dinamismo empresarial, es la primera. Hablo de Monterrey, desde luego, la hermosa capital de Nuevo León en la que nací y que hoy pasa por una de las peores crisis de su historia.



Se ha dicho hasta el cansancio, sobre todo después de que lo expresara el presidente de Cemex, Lorenzo Zambrano, que si cae Monterrey cae México entero. Se trata de una verdad que no pocos analistas repiten en el mundo. Una triste verdad que está a punto de convertirse en profecía cumplida.



¿Ya se perdió Monterrey? En el mejor de los casos, mi ciudad está muy cerca de quedar totalmente dominada por el crimen organizado.



¿Qué podemos hacer? Lo único sensato: luchar para que el cambio de gobierno, que llegará en 2012, se dé de manera ordenada y pacífica, de tal modo de que el sucesor de Felipe Calderón ponga en orden el caos que el segundo panista en Los Pinos generó por su pecado original del fraude electoral.



Eso significa que, en el corto plazo, es decir, mientras Calderón continúe gobernando, no habrá alivio ni esperanza de encontrarlo.



Calderón, ya nadie tiene la menor duda, es un caso perdido. Metió al país en una guerra absurda que no tenía ninguna posibilidad de ganar y no sabe cómo salir del problema.



El nuevo gobierno, si pone el acento en la creación de empleos, de programas culturales, sociales y deportivos para los jóvenes, podrá poco a poco devolverle a México la paz que le quitó Calderón.



Es una pena que la revocación del mandato no exista en nuestro país porque, es un hecho, Felipe Calderón hace por lo menos dos años tendría que haberse ido a su casa. Por incompetente.



Son demasiado largos los periodos de gobierno en México, sobre todo cuando llega al poder alguien como Calderón que, por incapacidad, en vez de resolver los problemas, los agrava.



Pero el cambio llegará, y las cosas mejorarán. Seamos pacientes y optimistas. Aguantemos con coraje lo que falta, que será mucho más difícil que lo padecido hasta el momento. Si resistimos, y no tenemos de otra, ganaremos. Claro que sí. Y Monterrey volverá a ser la hermosa y pacífica ciudad de otros tiempos.

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