domingo, 28 de agosto de 2011

Petróleo maduro, otro paso privatizador-- Antonio Gershenson

Tres campos petroleros maduros fueron asignados a empresas privadas mediante contratos incentivados. No les importa que el artículo 27 de la Constitución diga que tratándose del petróleo y de los carburos de hidrógeno sólidos, líquidos o gaseosos, o de minerales radiactivos, no se otorgarán concesiones ni contratos, ni subsistirán los que, en su caso, se hayan otorgado, y la nación llevará a cabo la explotación de esos productos.

Las empresas privadas ganadoras tienen la virtual posesión sobre el yacimiento respectivo. Lo tienen por 25 años, prorrogables. Se les pagará con la llamada tarifa por barril, en función de los costos y volúmenes, que es muy similar a los contratos-riesgo de tiempos de Miguel Alemán. Se da el dato de la actual producción de los tres yacimientos: 13 mil barriles diarios. Se presume un fabuloso aumento a 50 mil barriles, y para el siguiente sexenio, 70 mil. Son cantidades ridículas, están en la Región Sur, y la producción en toda esa zona fue de 538 mil barriles diarios en el primer semestre de este año. O sea que la producción prometida para finales de sexenio sería 9 por ciento de la que tiene la región, no la del país. Con la referencia nacional, la producción prometida es de 2 por ciento. Pero aun esas cifras son mentiras, como lo muestra toda la fantasía que promulgaron sobre Chicontepec.

Esta forma de los contratos incentivados, pagando en términos de los precios del petróleo y otros bienes y servicios, está prohibida por la Ley de Petróleos Mexicanos, promulgada en 2008 en medio de una gran polémica. Se dice en el artículo 60 que en ningún caso podrá pactarse como pago por los servicios que se presten o las obras que se ejecuten un porcentaje de la producción o del valor de las ventas de los hidrocarburos ni de sus derivados o de las utilidades de la entidad contratante.

Se llegó a anunciar que la producción de Chicontepec llegaría a 800 mil barriles diarios de petróleo crudo. La producción de esa zona, para todo el año pasado, después de miles de perforaciones en los últimos años, fue de 41 mil barriles diarios, el uno y medio por ciento del producto nacional de crudo. Es más, hubo repetidas fallas anuales, con fallas alrededor de la mitad. Es más, la cantidad de petróleo, ridículamente baja desde el principio, fue bajando. De 40.6 barriles diarios por pozo en 2008, a 29.1 en 2009, 26.4 en 2010 y a 24.7 barriles diarios por pozo en la primera mitad de 2011.

Un solo ejemplo es el del pozo Tsimin-1DL, que inicialmente produjo 3 mil 820 barriles diarios, y eso que su principal producto es el gas natural, del que produjo inicialmente la mitad del total de los 10 principales pozos descubiertos en ese periodo. Esta producción de crudo del Tsimin, ubicado en litoral de Tabasco, equivale a la de 155 pozos promedio de Chicontepec en el primer semestre de este año.

El presupuesto que en 2010 fue ejercido para el litoral de Tabasco fue de 7 mil 126 millones de pesos. Para Chicontepec fue de 31 mil 541 millones, más de cuatro veces el del citado litoral, el cual produce muchísimo más petróleo y gas. La producción de crudo del litoral de Tabasco aumentó, en 2010 y frente a la de 2003, en siete veces. La de gas natural, también frente a 2003, subió 7.2 veces. Y frente a las miles de perforaciones de Chicontepec, ya no en el litoral, sino en toda la región marina suroeste, a la que pertenece, se perforaron 98 pozos en el periodo de 2000 a 2010.

Ahora, con el inicio de vida del pozo Kinbe-1, la información de Pemex da múltiples referencias, incluso que está a 87 kilómetros de Ciudad del Carmen, lo cual es irrelevante desde el punto de vista petrolero. Pero omite que está en el litoral de Tabasco, lo mismo que los pozos que se citan como vecinos. Y oficialmente Pemex lo considera como uno de los activos integrales de la región marina suroeste, que tampoco es mencionada.

El caso de los campos maduros es una versión de Chicontepec, pero en un nivel mayor de entrega y un nivel de producción todavía menor. Se mantienen partes en secreto, tal vez para ocultar la magnitud de lo que sustrae del presupuesto.

En cambio, en las regiones marinas suroeste y sur, donde está la producción de crudo de mejor calidad y la de más gas, sumándolas se ha llegado a 43 por ciento de la generación de petróleo crudo y a 43.5 por ciento a la del gas natural. Son las áreas en las que el peso del trabajo directo de Pemex cuenta más. Se quiere ahora arrancar un pedazo a la sur para entregarlo a empresas privadas.

Al tiempo que se embeben en los negocios de ver a quién entregan los yacimientos de Pemex, la refinación está más abandonada. No sólo no se mueve un dedo con la famosa nueva refinería, sino que baja la capacidad de refinación en el primer semestre de este año. La producción de gasolina en esos meses de 2010 fue de 448 mil barriles diarios. En ese mismo lapso de 2011 ya sólo fue de 406 mil, casi 10 por ciento menos.

La venta en el país del mismo combustible en los mismos periodos fue muy similar: 799 y 797 mil barriles. Pero lo que salta es que esas ventas internas son del orden del doble de la producción. Y en efecto. Las importaciones subieron –en ambos casos en el primer semestre– de 361 mil barriles diarios en 2010, a 400 mil en 2011. También del orden de 10 por ciento. Y la producción en ese lapso de 2011 es casi igual a las importaciones. O sea que traemos del exterior la mitad de la gasolina que consumimos, debido a la reducción de la producción de las refinerías.

En el mismo tiempo también bajó de 302 mil a 274 mil barriles diarios la producción de combustible diesel, lo que significa poco más de 10 por ciento. Por un ligero aumento de ventas, todavía fue más el aumento de las importaciones, de 90 a 127 mil barriles diarios. Es más de 40 por ciento de aumento en un año.

En vez de una nueva refinería, se reduce la capacidad de refinación. En vez de reducir la dependencia de las importaciones, se le aumenta. Tanto en el caso de la exploración y explotación de crudo y gas, como en el de los refinados, se aumenta más y más la dependencia del exterior, pese a tratarse de bienes estratégicos

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