Los gritos de Martí Batres por el inocuo saludo de Marcelo Ebrard a Felipe Calderón son un fiel reflejo de su corta visión de la real politik.
La cortesía de Ebrard para el primer mandatario esconde algo mucho más trascendente que el “reconocimiento implícito que daba a un presidente ilegítimo”.
Manuel Camacho Solís sigue siendo un habilísimo tejedor de alianzas. Y la que debe realizar para alcanzar por la vía de su pupilo Marcelo Ebrard el tan anhelado poder presidencial, debe ser la jugada magistral de toda su maniobrera carrera política.
Curiosamente días después de que Ebrard saludó al presidente Calderón ocurrió la negociación para que los miembros del SME desalojaran el Zócalo con el objeto de que las Fiestas Patrias pudieran celebrarse en ese que es su lugar natural.
A la negociación asistieron tres personajes: el secretario de gobernación, Francisco Blake Mora, el dirigente rebelde de los electricistas Martín Esparza y el mencionado Jefe del Gobierno capitalino.
La prensa hablada y escrita consignó al día siguiente del evento negociador ocurrido en Bucareli, que Marcelo Ebrard se había comportado como el eje del acuerdo al que llegaron las autoridades con los electricistas en rebeldía.
No fueron pocos los que ponderaron la actuación de Ebrard como un trabajo de experto conciliador que por sí solo no hubiera podido realizar el encargado de la política interior del país, Francisco Blake.
Entonces el acercamiento de Ebrard con el gobierno que encabeza Felipe Calderón sí tuvo un elemento de diferencia de criterios con Andrés Manuel López Obrador. El político tabasqueño ha optado por la civilidad en sus quehaceres proselitistas, pero no ha abandonado su posición de reclamar el triunfo, que según sus números obtuvo en las elecciones del 2006.
Y para seguir en esa línea, realiza debates en los medios con el gobierno que llama espurio, pero nunca ha dado su brazo a torcer celebrando acuerdos con quienes le quitaron la victoria.
Marcelo Ebrard sigue siendo el pupilo más aventajado del ya muy experimentado Manuel Camacho Solís. Y el Jefe del gobierno del DF lo demuestra cumpliendo acciones como la negociación que tuvo con los electricistas teniendo como testigo de calidad al secretario de gobernación.
Se dice que para que los electricistas de Martín esparza, que es un líder baquetón y paseador, abandonaran su plantón en el Zócalo, Hacienda les descongeló sus cuentas bancarias y de inmediato esos sacrificados dirigentes sindicales se fueron a las ventillas de la dependencia asignada para cobrar sus cheques.
De una acción similar se comentó mucho cuando los petroleros se plantaron en el Zócalo siendo Regente de la ciudad Manuel Camacho Solís.
El PRI tenía la presidencia de la república y con ello la capacidad de negociación más rápida que existe que no es otra que la que se logra con el dinero. En esa ocasión se aseguraba que primero Camacho Solís generó el conflicto financiando a los petroleros disidentes. Y que después les pagó para que hicieran lo contrario, es decir, para que depusieran su actitud rebelde y abandonaran el Zócalo.
Manuel Camacho parece que está regresando por sus fueros. A pesar de que no son pocas las voces de la izquierda que le piden que deje la coordinación del DIA, que se supone enlaza y coordina a los principales partidos de izquierda en México, el ex mediador en el conflicto zapatista que sus parientes políticos chiapanecos alentaron en gran medida, aguanta todo lo que le manden porque aspira a seguir siendo el puente entre esas corrientes izquierdistas.
Las cuentas electorales para el 2012 de Manuel Camacho Solís son muy predecibles.
El ex secretario de relaciones exteriores de Carlos Salinas de Gortari, cargo al que lo mandaron después del destape de Luis Donaldo Colosio, y del que se salió con la embajada de ser el mediador de la paz en Chiapas en aquellos años terribles, pretende convencer al PAN de que la única manera de evitar el regreso del PRI a Los Pinos es a través de una alianza.
El PAN tiene calculado un voto duro muy disminuido que no pasa de los tres millones de sufragios a su favor. Y en las elecciones del 2012 el ganador deberá sumar más de 11 millones de votos para evitar las protesta poselectoral que reviva el grito de voto por voto, casilla por casilla.
Ni Vázquez Mota, ni Creel y menos Cordero, son por el momento los más populares personajes de la política nacional. No lo pueden ser después del desbarajuste de los doce años de gobierno panista.
Así que Manuel Camacho suma los 3 millones del voto duro del PAN, más los 2 millones de simpatizantes que siempre tiene, es decir 5 millones de votos de la derecha que es tope actual, para generar otros 5 millones en la persona de Marcelo Ebrard y entonces bajar la cuota de los 11 millones del ganador que se contempla hasta hoy, a una cifra que se aproxime a una diferencia que marque un empate técnico entre el PRI y la alianza PAN-Manuel Camacho.
Camacho Solís es así el que traiciona a la izquierda. Es un pragmático con menos ética que los panistas. Siempre ha mostrado que su ambición de poder lo justifica todo.
Les ofrece a los ultras de la derecha mexicana impunidad, protección al gran patrimonio que han amasado y una vida ordenada y generosa.
Y por ello se acerca a un PAN que se ve en una difícil circunstancia, ya no para lograr la permanencia de una ideología o un partido en la presidencia, sino el sostenimiento de un acuerdo con los que acepten darles impunidad.
Sí, impunidad a esos que hoy gobiernan. Los que tanto y tan desaforadamente criticaban la corrupción y cayeron en ella hasta llegar a los límites de la traición a la Patria.
Eso es lo que no vio Batres cuando Marcelo saludó al presidente.
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