El cinismo y la zalamería de ciertos columnistas del periódico Milenio no tiene límites. Ellos son la prueba fehaciente de que el llamado periodismo objetivo no existe, mucho menos en ese órgano. Para ilustrarlo, dos casos de la semana que termina.
A. En su columna “AMLO ‘vs’ AMLO” del pasado domingo, Federico Berrueto se dedica a todo -particularmente a acariciar a Josefina Vázquez Mota-, excepto a tratar el tema título de su texto (bastante inconexo, por cierto), si no es para verter un par de críticas salidas de su mera opinión o misión: 1) “…más para mal que para bien, AMLO no es el mismo que el de la contienda presidencial pasada, ha perdido fuerza y carisma”. 2) “…llega al periodo de silencio en el desgaste provocado por sus propias palabras”.
Y es que al aparentemente analizar el supuesto silencio impuesto por el IFE, aborda, pese al título, la condición presente de los candidatos. De Peña dice que con todo y el diciembre de la ignorancia “consolida su condición de principal opción de anhelo de alternancia.” (Anhelo, eso escribió).
Posteriormente y aunque medio señala a Calderón como la amenaza para una elección justa, se desgrana en elogios para la candidata panista:
“Tampoco favorece a Josefina Vázquez Mota la interrupción de campañas. Su inercia ascendente queda en suspenso por un absurdo calendario electoral. …su situación es favorable y llega no sólo en segundo sitio, sino con la legitimidad por una elección competida,… Su fortaleza es la de todo candidato del partido gobernante, con la cuota adicional de poder sumar aquellos que quieren un cambio en la política. Una mujer en la Presidencia es una seducción nada desdeñable, la que Josefina ha ido deslizando con inteligencia.”. (Sí, escribió cambio y seducción).
Y asombrosamente añade: “En eso está la fortaleza de Josefina Vázquez Mota al no ser la exponente del calderonismo y por su condición de mujer.” (¡¡¡!!!).
B. En su columna “Vimos a una policía arratonada en televisión”, Ciro Gómez Leyva derrocha un cinismo monumental. Al analizar la situación de los fugados y la masacre de Apodaca y señalar como inútil a la policía local, hace el elogio de la guerra de Calderón:
“Una encuesta nacional del Gabinete de Comunicación Estratégica (febrero 3) revela un dato que los políticos, candidatos, partidos, activistas, pacifistas, deberían atender.
“A la pregunta de quién es el responsable de la violencia, un abrumador 39 por ciento responde que la pobreza, el desempleo y la falta de oportunidades para los jóvenes; 29 por ciento culpa a la inacción de anteriores gobiernos y a la corrupción; y sólo 7 por ciento a la “guerra de Calderón.
“Anoche volvió a quedar claro que la última, la única línea de defensa de millones de mexicanos siguen siendo los soldados y policías de Calderón.
“¿Quién se atreve a decir lo contrario hoy?”.
Es evidente que si Gómez Leyva fuera un periodista ético, diría 1) que la pregunta de la encuesta citada es un truco, porque justamente, la guerra calderónica combate con fuego y sangre la consecuente violencia producto de la falta de atención de su gobierno al punto que genera el 39% de los votos como responsable de la violencia y 2) que el candidato presidencial de la izquierda ha propuesto como solución a la grave crisis del país no la “mano dura”, sino precisamente la educación y la creación de empleos y oportunidades para jóvenes, y que aún la ha llevado a la práctica como gobernante de la ciudad de México. Calderón por el contrario, ha desplegado la guerra. ¡Y todavía sugiere que, entre otros, los “candidatos… deberían atender”! Y para acabar, elogia la guerra y no demanda a Calderón el no haber atendido ese problema del 39% que de hacerse, no se necesitaría de guerra alguna.
Cinismo rampante y fantástico, porque no se le puede llamar ignorancia o ingenuidad. Sólo se explicaría con cierta cordura atendiendo a la locura, como cuando Don Quijote se encanta con la lectura de los requiebros intrincados de los libros de Feliciano de Silva.
Este es el periodismo que estará analizando y juzgando el proceso electoral 2012. Uno entregado al objetivo (sólo en este sentido sería “objetivo”) de convertirlo en una disputa sólo entre el PRI y el PAN, y que trata de ignorar, olvidar, soslayar, al candidato de la izquierda quien en realidad representa la única opción de cambio (por ello está en un segundo lugar ascendente según Covarrubias), esa que se reduce al consabido pero verídico: Más de lo mismo; PAN con lo mismo; PRIAN con lo mismo, o cambio verdadero.
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