domingo, 9 de junio de 2013

Juventud sin futuro

Cuando no hay futuro ¿Cómo puede haber pecado? Sex Pistols
Cuando a finales de la década de los 70, el grupo británico de punk rock Sex Pistols coreaba ‘no hay futuro’, en el estribillo de su canción God Save the Queen, los conservadores de la época se escandalizaron y calificaron el hecho como una provocación. Sin embargo, la banda emblema del movimiento punk fue visionaria: con el advenimiento del dogma neoliberal impulsado desde principios de los 80 por los ultraconservadores Margaret Tatcher y Ronald Reagan, las perspectivas de la juventud se han diluido en prácticamente todo el mundo. México no es la excepción.
De acuerdo a cifras de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), en su informe Tendencias Mundiales de Empleo Juvenil 2013: una Generación en Riesgo, en 2006, la tasa de desempleo en este sector era de 6.7 por ciento y, para finales de 2012, la cifra creció a 9.7 puntos porcentuales.
Lo anterior significa que un millón 308 mil mexicanos de 14 a 29 años carecían de trabajo a finales de 2012, lo que representa más de la mitad del total de desempleados del país. En el presente año, el panorama no ha cambiado, ya que de acuerdo con reportes del INEGI, entre marzo y abril, alrededor de 60 mil personas se sumaron al paro en nuestro país.
Apenas en noviembre del año pasado ofrecían crear millones de fuentes de trabajo con la llamada reforma laboral, que lo único que logró es facilitar el despido.
La situación de la juventud y el desempleo en México no es un dato aislado, ni mucho menos tiene que ver con la falta de reformas estructurales ni con la incapacidad endémica de nuestros neoliberales tropicales, sino que está relacionada con el modelo económico. Ahí están dos ejemplos de países donde ya aplicaron las reformas estructurales que el Pacto por México busca implantar aquí: España y Grecia, con tasas de desempleo juvenil que rebasan el 50 por ciento.
Si sometemos estas cifras a un análisis político-social, veremos que el problema del desempleo es mucho más grave, ya que descubriremos que los neoliberales además de desmantelar la estructura económica del Estado también lo han vaciado de sentido, le han arrebatado la capacidad de auto reproducirse.
Honradez y trabajo son dos valores que funcionan como pilares de la paz social. Para que éstos sean adoptados por la sociedad, las instituciones tienen que crear incentivos. Luego de la revolución y hasta finales de los años 70, era común que la juventud viera en el trabajo y la educación la forma para poder acceder a mejores niveles de vida. Ahí están muchas historias de hombres y mujeres que a partir de estos dos valores salieron adelante por ellos mismos. El sistema funcionaba y premiaba el esfuerzo individual.
Hoy la historia es distinta. De acuerdo al último informe del INEGI, más del 73 por ciento de los desocupados cuentan con estudios mayores a la secundaria. Y tener un título universitario importa poco para obtener un buen empleo, y un buen salario. Es decir, el sistema económico castiga a quien se esfuerza por ser mejor.
Otro dato inquietante es que en el rubro laboral, las estructuras delincuenciales también están haciendo lo que las instituciones del Estado deberían hacer: crear empleos. De acuerdo a cifras contenidas en la exposición de motivos de la iniciativa de reforma a la Ley Federal contra la Delincuencia Organizada, que promueven los diputados Ricardo Monreal Ávila y Ricardo Mejía Berdeja, el tráfico de drogas se ha convertido en la quinta fuente de empleo en el país, con casi medio millón de personas dedicadas a esta actividad.
¿Hacia dónde voltea la juventud y la infancia que mira cómo sus padres, con estudios o sin ellos, trabajan todo el día para obtener un salario que apenas alcanza, que esta labor honrada de años no ha alcanzado para obtener una casa propia y que, a pesar del esfuerzo, sus padres ni siquiera serán acreedores a una pensión que les permita vivir un retiro tranquilo?
La respuesta muy probablemente nos la da un estudio entre alumnos de secundaria realizado por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso) que revela que la primera opción en las expectativas laborales de los entrevistados los ocupa el narcotráfico y el sicariato. (La Jornada 01/ 04/2013).
A todo ello, hay que agregar datos escalofriantes como el siguiente: en las cárceles del país hay 250 mil presos, de los cuales el 70% son menores de 30 años. Asimismo, de 1982 al 2012, el número de suicidios creció en un 400%, y la gran mayoría entre jóvenes.
La pregunta es: ¿seguimos jugando a las reformitas estructurales neoliberales?

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