jueves, 2 de octubre de 2014

Ciudad Perdida
Osorio Chong ante los jóvenes del Poli
Diálogo oportuno
Miguel Ángel Velázquez
L
a política también significa aprovechar la oportunidad, medir los tiempos, y eso fue lo que pasó a las puertas de la Secretaría de Gobernación, donde Miguel Ángel Osorio Chong hizo lo que tenía que hacer; cualquier otra salida podría haber provocado otro conflicto más del gobierno federal contra los jóvenes del país.
Eso no le resta méritos al oficio político que mostró Osorio Chong, que a decir verdad trató de sorprender a los jóvenes politécnicos con su presencia, y con soluciones inmediatas que seguramente no resolverían de fondo el problema de los estudiantes del Instituto Politécnico Nacional (IPN), pero que abonarían para rehacer la muy deteriorada imagen del gobierno actual frente a la gente joven de este país.
Ahí, en el templete colocado justo a la entrada de la Secretaría de Gobernación, además de la presencia del titular de la dependencia rondaban también los informes de los jóvenes muertos en el estado de México, que presumiblemente eran delincuentes, y los otros, los de Guerrero que tenían como delito la edad, y pesaba, sin duda, el histórico 2 de octubre.
La combinación de todo esto no dejaba salidas. Abrir el diálogo con los jóvenes del Politécnico era la única oportunidad que tuvieron las autoridades para tratar de desmontar que el gobierno federal no es enemigo de la gente joven, y que incluso puede ser susceptible a alguna de sus demandas.
Eso parecía tratar de decir el discurso de Osorio Chong, que se enfrentó a un muy importante grupo de estudiantes que no se tragaron el anzuelo. Nada de soluciones inmediatas, superficiales. Los politécnicos exigieron acciones de gran calado que modifiquen, para bien, el sistema educativo de esa escuela. Fueron claros: no están contra los cambios, pero tampoco están a favor de las atrocidades que acusan en sus demandas al gobierno.
Hoy es 2 de octubre y no existe ningún argumento con el que puedan justificar las muertes de los jóvenes en el país, ni la violencia con que se ha tratado a ese segmento de la población en lo que va de este sexenio. Desde el pimer día de aquel diciembre de hace dos años, cuando una mano armada disparó sobre los chamacos que se manifestaban a las afueras de la Cámara de Diputados, la fuerza del gobierno priísta se ha ejercido contra los jóvenes.
Un factor de paz social que ha sido despreciado una y otra vez por los gobiernos de aquí y de allá es el de ofertar a la gente joven los recursos que requiere para su desarrollo. Ni educación ni trabajo, nada que pueda orientar sus pasos hacia horizontes lejanos a la violencia; por eso es importante que por fin el gobierno, no importan ya las circunstancias, se abra al diálogo. La administración de Peña Nieto debe resolver cuanto antes su conflicto con la juventud. Es urgente.
De pasadita
El Gobierno del Distrito Federal se propone ahora hacer más impunes a los de por sí impunes desarrolladores inmobiliarios, y hará por ley más flexibles las causales de clausura en las construcciones. Uno de los reclamos constantes de la población del DF es precisamente contra quienes construyen por todas partes sin importar que dañen la ecología, o que no entreguen sus trabajo en tiempo y forma, o que violen todos los reglamentos que aún existen sobre la construcción.
No, para quienes construyen no hay imposibles. Hacen lo que quieren, cuando quieren y con quien quieren, y sobre eso ahora se les dará mayor manga ancha para que sigan abusando. A lo mejor algún día de estos se pone freno al desorden, y se toma en cuenta a la gente de la que viven los constructores. ¿Será?

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