Dresser, “intimidada” tras publicar columna sobre Beltrones: Artículo 19
En su columna, Dresser refiere investigación del NYT sobre que el priista habría brindado protección a narcotraficantes en Sonora cuando fue gobernador de ese estado, además de que menciona que ahora Beltrones está vinculado con el cobro de “moches”. Sin embargo, "el sonorense sigue pavoneándose en la política".
(Foto: Juan Pablo Zamora/Cuartoscuro)
La organización Artículo 19 denunció este martes que la periodista Denise Dresser fue intimidada después de publicar una columna que retoma información difundida sobre presuntos lazos con el narcotráfico del actual coordinador de los diputados del PRI, Manlio Fabio Beltrones.
Se reproduce el comunicado de la organización:
ALERTA: Denise Dresser intimidada por escribir libremente
Ciudad de México, abril 15 de 2014
En días pasados la politóloga y columnista Denise Dresser, fue intimidada por escribir una columna titulada “Cloaca abierta”, publicada el pasado 31 de marzo en la sección de Opinión del periódico Reforma. En la columna, Dresser citaba una investigación publicada por The New York Times, cuyos autores, Craig Pyes y Sam Dillon, obtuvieron el premio Pullitzer por revelar información de inteligencia donde Manlio Fabio Beltrones (hoy Diputado y coordinador de la bancada del PRI en la Cámara de Diputados) habría brindado protección a narcotraficantes en Sonora cuando fue gobernador de ese Estado. En su columna, Dresser también hacía mención a fuentes periodísticas según las cuales Beltrones aparecía vinculado con el cobro de “moches”, es decir, comisiones a legisladores por asignar partidas presupuestales, actividades que serían obviamente ilegales.
Tras la publicación de su columna, el Coordinador de Comunicación Social del Grupo Parlamentario del PRI en la Cámara de Diputados, Jesús Anaya, emprendió una campaña de desinformación y de desprestigio contra Dresser. Al ser entrevistada por ARTICLE 19, Dresser afirmó sentirse intimidada y además refirió que: “en una encuesta levantada por mí en redes sociales, a la cual contestaron más de 6,500 personas, el 87% de quienes leyeron la carta que me había sido enviada, respondieron que la finalidad era intimidarme para que no escriba más sobre el tema.”
Anaya publicó en el diario Reforma una carta en donde acusó a Dresser de ser una “supuesta periodista” y “una analista sin escrúpulos.” Sin importar que Dresser se había apoyado en una investigación ganadora del Pulitzer, Anaya escribió que en realidad según otra investigación realizada por la PGR (la cual no difundió ni hizo pública), el contenido de la nota de The New YorkTimes era “falso y calumnioso en exceso.” Anaya acusó a Dresser de escribir “con perversidad y dolo.”
Finalmente, Anaya apuntó que “el artículo (de Dresser) está elaborado sobre mentiras o versiones falsas, interesadas y sin sustento.” Anaya también sugería que el periodista Craig Pyes dejó de colaborar con el New York Times por haber difundido información falsa sobre Beltrones. Posteriormente, el periodista Ciro Gómez Leyva, durante un programa de radio, dijo al aire: “el New York Times se disculpó con Beltrones.” Así, el mensaje (falso) según el cual The New York Times se había retractado de su nota comenzó a circular.
*Este es un fragmento de la columna que la politóloga publicó en Reformasobre Beltrones:
“A mí no me gustan los chismes, ni los mochos, ni los chismosos. Es una cuestión que no tiene sustento”. Así responde Manlio Fabio Beltrones a las acusaciones recientes en su contra. Así trata de escurrirse nuevamente un político al cual el tufo de una cloaca abierta lo persigue donde quiera que va. No hay novedad. Ayer fue acusado de vínculos con el narcotráfico; hoy es acusado de participar en los “moches” que salpican a su partido. Ayer fue señalado por The New York Times, hoy es señalado por ofrecer la asignación de 160 millones de pesos del presupuesto público al alcalde de Celaya para la pavimentación del municipio a cambio de un “moche”. Allí están, otra vez, los cargos en su contra, las preguntas sin respuesta, las averiguaciones que van a ningún lado. Manlio Fabio Beltrones sigue políticamente vivo a pesar de todo.
Demostrando con ello que México permite la supervivencia de los íconos de la impunidad. Subrayando con ello que el PRI avala la longevidad política de los personajes más cuestionables. Y por ello el gobierno se vuelve el refugio de tantos sinvergüenzas con la complicidad de quienes deberían escudriñarlos pero no lo hacen. Las televisoras silenciosas. Los medios miedosos. Los periodistas que tendrían que hacer las preguntas difíciles pero optan por las respuestas fáciles. Todos avalando, todos minimizando, todos cerrando los ojos porque saben que los beneficios de la cloaca son compartidos. Porque entienden que en el país la corrupción es válida si muchos participan en ella. Porque ante los corruptos no hay condena política o investigación judicial o castigo social si demuestran ser “competentes”.
Como en el caso emblemático de Beltrones, coordinador parlamentario del PRI en la Cámara de Diputados, frente a cuya trayectoria truculenta no ha habido ni un sólo deslinde por parte de su partido. Ni una sola expresión de disgusto. Ni una sola condena a su conducta o un solo esfuerzo por distanciarse de ella. Al contrario: el PRI lo protege, lo ensalza, lo coloca en posiciones de liderazgo vez tras vez. Con lo que revela a un partido que -a pesar de las reformas presumidas- todavía está dispuesto a cerrar la tapa de la cloaca en lugar de limpiarla. Está dispuesto a ignorar la realidad de un asunto que nunca fue aireado o resuelto de manera satisfactoria. Lo que en 1997 los reporteros de The New York Times, Sam Dillon y Craig Pyes, publicaron que les ganó el premio Pulitzer. Lo que fue detallado en la nota titulada “Vínculos con el narco manchan a dos gobernadores mexicanos”. Lo que Craig Pyes reitera ahora en una entrevista con el periodista Julio Roa de EnLaPolitika: que su reportaje “no se basó nada más en un reporte de inteligencia, sino en más de 20 alegaciones de la DEA y otros archivos gubernamentales”.
Y después de cuatro meses de investigación minuciosa, los resultados: Beltrones responsable de proteger al narcotráfico en el estado que gobernó y de aceptar pagos de capos a cambio de protección para sus actividades; Beltrones incluido en una lista de 17 funcionarios sospechosos de corrupción, que el gobierno estadounidense entregó a Ernesto Zedillo, poco después de su llegada a Los Pinos; Beltrones al centro de un debate en el Buró Internacional de Narcóticos del Departamento de Estado sobre el imperativo de revocar su visa para entrar a Estados Unidos; Beltrones protegido por el entonces embajador estadounidense James Jones, el mismo que exaltó la integridad empresarial de Ricardo Salinas Pliego y formó parte del Consejo de Administración de Grupo Azteca, al cual tuvo que renunciar después del escándalo Codisco-Unefón.
A pesar de todo ello, el sonorense sigue pavoneándose en la política porque nunca hubo una investigación seria en México para desmentir o validar las acusaciones hechas (…).
Al respecto, Dresser compartió en su cuenta de Twitter lo que comentó sobre el caso el ex periodista del New York Times:
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