viernes, 25 de septiembre de 2015

El cuarto año del regreso del PRI será el más dramático para la población mayoritaria
Por:  / 3 septiembre, 2015
agresionesPRI
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La segunda mitad del “gobierno” de Enrique Peña Nieto comienza con pésimos augurios, inocultables a pesar de la avalancha de costosa propaganda con la que se pretende engañar a una sociedad empobrecida y humillada. El cuarto año del regreso del PRI al poder será el más dramático para la población mayoritaria, desde cualquier ángulo que se le quiera ver. Sin embargo, como la burocracia dorada todo lo ve desde su óptica cargada de privilegios, impunidad y cinismo, el triunfalismo insultante será sin duda el enfoque del tercer informe del inquilino de Los Pinos.
Sin embargo, la realidad nos muestra un sistema político en plena descomposición, como lo patentiza el completo divorcio entre gobernantes y gobernados, entre la clase política en el poder y la sociedad mayoritaria, situación cuya única salida es un cambio de régimen. De ahí el imperativo de consolidar una oposición real, que no se preste al juego de los grandes intereses que persisten en apuntalar sus riquezas y mantener incólume su derecho de imponer su voluntad al Estado.
Peña Nieto no tendrá empacho en hablar de grandes avances en renglones sociales, que no son más que un espejismo en el gran desierto de pobreza y marginación en que ha convertido al país un régimen  ultra reaccionario. Sin inmutarse dirá que “vamos por el camino correcto”, que las reformas estructurales ya están dando sus primeros frutos, que la delincuencia organizada ha dejado de ser un problema grave, etcétera. Nos hablará de un México que sólo existe en sus discursos, porque es obvio que desconoce plenamente la realidad nacional, pese a sus múltiples recorridos por el país.
La trágica realidad nacional sólo la conocen quienes sufren las consecuencias de un sistema político armado para depredar al país con absoluta impunidad, no la minoría cada vez más reducida que se ha beneficiado de manera por demás inhumana de los mecanismos reales de poder, implementados con la finalidad expresa de asegurar impunidad a los depredadores y delincuentes de cuello blanco. Así como la generación que nació en el sexenio de Miguel de la Madrid no tiene manera de comparar lo que fue el México surgido de la Revolución Mexicana con el país de hoy, tampoco la tienen los hijos de las élites para tener una somera idea de los absurdos privilegios que antes no disfrutaban los “juniors”.
Hoy el distanciamiento de éstos con la realidad nacional es total. Seguramente jamás se han subido al Metro, ni han viajado por el territorio nacional en autobús como cualquier ciudadano. Por eso suponen que viven en el mejor de los mundos; y para ellos sin duda lo es, porque la división entre el México súper desarrollado y el que presenta niveles de atraso propios de los países africanos más pobres, es muy marcada. Peña Nieto no conoce más que la fachada de pobreza y subdesarrollo que le sirve de escenario para perorar sobre la demagogia que ya perdió la eficacia que pudo haber tenido en el primer año de su “gobierno”.
En tal contexto, es válido afirmar que llega a su cuarto año “arrastrando la cobija”, no porque haya trabajado en exceso, sino por el desgaste propio de un estilo personal de “gobernar” muy desgastante. Desde el primer día demostró que llegaba a Los Pinos no para enfrentar los graves problemas nacionales, sino para asegurar condiciones de impunidad a los depredadores de las riquezas nacionales y cumplir compromisos adquiridos durante la campaña electoral, todos ellos contrarios al interés nacional, como ha quedado demostrado en los tres años transcurridos del régimen peñanietista.
El problema mayor es que ahora empieza la segunda y última mitad del sexenio, en un contexto muy negativo desde cualquier punto de vista. No se vislumbran cambios favorables en ninguno de los aspectos básicos de la labor gubernativa. La economía seguirá en picada, tanto por la fuga de capitales como por la ausencia de inversiones productivas. La devaluación tendrá consecuencias desastrosas, aunque lo nieguen los secretarios del área. La vida política nacional seguirá siendo barrenada por la descomposición social galopante, realidad que será imposible ocultar aunque se paguen cifras multimillonarias en propaganda engañosa.
El cuarto año de “gobierno” empieza en las peores condiciones imaginables; con todo, el grupo en el poder no habrá de cambiar su estilo antidemocrático y excluyente, sino que lo reforzará.

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