Enorme caramelo para el parlanchín Luis Téllez
Estamos fritos
Carlos Fernández-Vega
En medio de la terrible sacudida que en México ha provocado la presencia y acción de la influenza porcina (y de pilón un sismo de 5.7 grados), prácticamente pasó desapercibida la entrega del enorme caramelo que Felipe Calderón regaló a su parlanchín ex secretario de Comunicaciones y Transportes, Luis Téllez, quien a partir de ayer, ya de forma oficial y por una impuesta unanimidad”, se convirtió en presidente y director general de la Bolsa Mexicana de Valores, con indeleble sello de Los Pinos.
Apenas el pasado 3 de marzo, tras el escándalo originado por la divulgación de una serie de grabaciones en las que el representante del Grupo Carlyle en México (el osito Téllez) puso como lazo de perico a medio mundo de la clase política y acusó a Carlos Salinas de Gortari de “robarse la partida secreta” del presupuesto federal, el flamante presidente de la BMV causó baja en la nómina de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, pero no de la nómina gubernamental, porque Felipe Calderón lo cubrió con su manto y le inventó una “asesoría en materia económica”, mientras le seleccionaba un caramelo digno de su avidez.
Pocos días le tomó al inquilino de Los Pinos “encontrar” una golosina. Dos semanas después de su destitución disfrazada de “renuncia” y su estreno como “asesor” del inquilino de Los Pinos, como por arte de magia Luis Téllez fue “destapado” como “candidato” a presidir la Bolsa Mexicana de Valores, en “reñida competencia” con otros distinguidísimos personajes de la famiglia (¿capicci?) financiera que opera en el país.
Los barones de la especulación fueron “convencidos” por los operadores calderonistas de que no existía mejor opción para presidir la BMV y relevar a Guillermo Prieto que el indiscreto ex secretario de Comunicaciones y Transportes de la “continuidad”, y voluntariamente a fuerza otorgaron su beneplácito, lo que ayer se tradujo en una mansa asamblea general ordinaria anual de accionistas de la Bolsa Mexicana de Valores que “unánimemente decidió” confirmar el enorme caramelo marca Calderón.
Así, de acuerdo con la versión oficial, por “unanimidad” de bancos, casas de bolsa y empresas inscritas, Luis Téllez fue electo presidente y director general de la BMV, puestos que oficialmente asumirá el mero día conmemorativo de la Batalla de Puebla (si la emergencia sanitaria lo permite), es decir, el próximo 5 de mayo. Entre los que voluntariamente a fuerza votaron a favor del osito parlanchín se cuentan los representantes de JP Morgan, BBVA-Bancomer, Santander, Value, Invex, Monex, Multiva (de Olegario Vázquez Raña), Grupo Alfa, Telefónica (el representante no es otro que Francisco Gil Díaz), Grupo Lala, MVS e ICA (aquí de plano funcionó la filosofía del dando y dando, pues como secretario de Comunicaciones y Transportes Luis Téllez le “devolvió” a este último consorcio las concesiones carreteras “rescatadas” por el erario desde tiempos de Zedillo).
Con el enorme caramelo de la BMV, regalo con moño de Los Pinos, el también alto funcionario en los sexenios de Salinas y Zedillo se queda con la presidencia del consejo de las empresas que dan cuerpo al Grupo BMV, entre ellas Mercado Mexicano de Derivados, Sif Icap, Institución para el Depósito de Valores (Indeval), Contraparte Central de Valores de México, Valuación Operativa y Referencias del Mercado y Bursatec. No hay de qué preocuparse, porque el rato lo veremos como candidato a diputado o senador, que para eso están los cuates y la política de reciclaje que tanto daño ha hecho al país.
Quien de plano goza la vida sin mayor registro es el secretario de Hacienda, Agustín Carstens, para quien, pase lo que pase, nunca pasa nada. No importa la profundidad de la crisis, el tamaño de las broncas, la magnitud del huracán, que de cualquier forma el ex funcionario del Fondo Monetario Internacional todo lo ve color de rosa. Dijo en Washington, en el marco de la reunión de primavera del Banco Mundial y el FMI, que es “anticipado” considerar que en México se reporta “un caso epidemiológico mayor”; que todo con calma, porque “hay que ver cómo se desarrolla el evento” y que, al final de cuentas, que a lo mejor sí habrá impacto económico por la presencia y acción de la influenza porcina, pero “es prematuro”. De hecho, dijo, “no habrá daño económico permanente”, y no será así por una simple razón: “los bancos mexicanos (en realidad los extranjeros que operan en México) están bien preparados para enfrentar cualquier presión”. Y siguió su viaje.
Tanta confianza generaron las palabras del doctor “catarrito”, que el tipo de cambio peso-dólar se desplomó alrededor de 5 por ciento sólo en la jornada cambiaria de ayer, superando una vez más la barrera de 14 de los nuestros por uno de los güeros, mientras el principal indicador de la Bolsa Mexicana de Valores, con todo y designación “unánime” de Luis Téllez, se fue 3.34 por ciento para abajo, en medio de la advertencia de hoteleros y restauranteros de que este sector de la actividad económica reporta sensibles caídas que los puede orillar a su propia situación de emergencia.
Por si fuera poco, la Organización Mundial de la Salud elevó a fase cuatro (de seis posibles) su alerta; las autoridades del Distrito Federal estudian la posibilidad y conveniencia, para fines sanitarios, de paralizar las actividades productivas en el ombligo del país, cuya economía representa entre 20 y 22 por ciento del total nacional y se endurece la advertencia internacional para evitar que los extranjeros viajen a México. Además, sin mayor trámite, más de 33 millones de estudiantes fueron remitidos a sus hogares, luego que el gobierno federal decidió cancelar el circuito escolar en toda la República.
Las rebanadas del pastel
Si para el secretario de Hacienda todo lo anterior es “prematuro”, no significa más que otro “catarrito” y es sinónimo de “anticipación”, entonces no le demos más vueltas: estamos fritos… Y aunque sea a distancia, por efectos de la emergencia sanitaria, va un enorme abrazo para Blanca Alicia por sus 15 añitos.
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