sábado, 25 de abril de 2009

MEXICO S.A.

Crisis humana y de desarrollo

¿Habrá buen manejo de la epidemia?

Carlos Fernández-Vega
Enmarañados en resolver lo único que realmente les importa (rescatar” a su sistema financiero y “modificar” el status económico para que quede igual), nula ha sido la atención e intervención de los gobiernos que toman las decisiones en el planeta para atemperar la verdadera crisis que vive el mundo subdesarrollado, la cual, si bien ahora se manifiesta de forma exponencial, acumula muchas décadas y víctimas.

Ahora que explotó un nuevo capítulo de la misma sacudida, algunos organismos mundiales se dignan a volver la vista a lo que eufemísticamente catalogan de “países menos favorecidos”, y al constatar el profundo deterioro acumulado lentamente los lleva a registrar que “la crisis financiera mundial, la más grave desde la Gran Depresión, se convierte rápidamente en una crisis humana y de desarrollo”, a la par que reconocen que desde antes del estallido de la crisis “ya se advertía sobre la inminente emergencia mundial de pobreza, de tal suerte que si entonces existía una emergencia de desarrollo, sin duda existe una ahora, y la crisis financiera amenaza con generar nuevos problemas y hace mucho más urgente tomar medidas al respecto”.

Tal es el caso del Banco Mundial (que hoy formalmente inicia, de manera conjunta con el FMI, su “reunión de primavera en la capital estadunidense), organismos que divulgaron su Informe sobre seguimiento mundial 2009, en el que reconocen que lo anterior, y subrayan que “la crisis financiera mundial está poniendo en peligro la consecución de los objetivos de desarrollo del milenio fijados para 2015 y está creando una emergencia de desarrollo, “de tal suerte que) es improbable que se alcance la mayoría de los ocho objetivos acordados internacionalmente, entre ellos los relacionados con el hambre, la mortalidad infantil y materna, la educación y el avance de la lucha contra el VIH/sida, el paludismo y otras enfermedades importantes”.

Ambos organismos, estrictos guardianes neoliberales, se ven en la penosa necesidad de reconocer que “la crisis se originó en el mundo desarrollado, pero se ha extendido rápida e inexorablemente al mundo en desarrollo, sin que ningún país se haya librado de ella. Es cada vez más evidente que ésta no será una crisis de corta duración. Los países pobres son especialmente vulnerables, ya que carecen de los recursos para responder con medidas paliativas. Para millones de personas, la crisis pone en peligro su propia supervivencia”.

Tal conclusión no es gratuita, pues “para los países pobres, ésta ha sido una crisis tras otra. Se ha producido justo después de las crisis de los alimentos y de los combustibles. El triple desafío de las crisis de los alimentos, los combustibles y los mercados financieros está empujando a muchos países pobres a una zona de peligro, que impone un costo humano cada vez mayor y pone en riesgo las perspectivas de desarrollo. Con la paralización de los mercados financieros internacionales en 2008, los países con mercados emergentes fueron los primeros en sentir los efectos de la crisis financiera, por su dependencia de los flujos de capital privado. Estos flujos hacia el mundo en desarrollo registraron la mayor caída de la historia, previéndose que serán negativos en 2009 (una disminución mayor a 700 mil millones respecto del volumen máximo, que se alcanzó en 2007)”.
Muchas naciones de ingreso bajo también se ven afectados por la restricción de los créditos privados; los flujos privados hacia esos países, que habían registrado un aumento en años recientes, ahora están disminuyendo. Se prevé que se verán afectados fuertemente sobre todo en 2009 “con una segunda ronda de efectos de la recesión mundial y la disminución del comercio mundial: las proyecciones indican que en el presente año el PIB mundial disminuirá por primera vez desde la segunda guerra mundial, y que el comercio internacional registrará la mayor baja del periodo de posguerra”.

Además, se verán afectados por la reducción de las exportaciones, los precios de los productos básicos, remesas, turismo, inversión extranjera directa y, “posiblemente”, la asistencia externa. “Estas perturbaciones, a su vez, afectarán los ingresos públicos, se sumarán al fuerte impacto fiscal negativo de las crisis de los alimentos y los combustibles en muchos países, y ejercerán aún más presión sobre los programas de gasto público. Además, si bien los sistemas financieros de los países de ingreso bajo están relativamente protegidos del contagio porque están menos expuestos a los mercados financieros internacionales, pueden verse afectados por la segunda ronda de efectos, a medida que la contracción económica haga que aumenten los préstamos riesgosos y limite la disponibilidad de financiamiento interno para las empresas”.

El encarecimiento de los alimentos entre 2005 y 2008 arrastró a la extrema pobreza a unos 200 millones más de personas, y alrededor de la mitad de ellas no saldrán de esa situación en 2009. “Si bien los precios de los alimentos han disminuido desde mediados de 2008, siguen muy altos en comparación con los niveles históricos y la crisis alimentaria decididamente no ha terminado. La desaceleración del crecimiento como consecuencia de la crisis financiera se sumará al impacto de los altos precios de los alimentos en la pobreza. Según las proyecciones de la Organización Internacional del Trabajo, en 2009 posiblemente unos 30 millones adicionales se sumarán al desempleo, 23 millones de los cuales podrían ser habitantes de países en desarrollo. Las previsiones más pesimistas indican que esa cifra se incrementaría a 50 millones más de personas. Las estimaciones del impacto de la desaceleración del crecimiento en la pobreza fluctúan entre 55 millones y 90 millones más de personas en situación de extrema pobreza en 2009 que las previsiones antes de la crisis. Estas cifras aumentarán si la crisis se agudiza y el crecimiento de los países en desarrollo continúa disminuyendo. La crisis de los alimentos, y ahora la crisis financiera mundial, están revirtiendo los progresos en la lucha contra el hambre y la malnutrición. Antes de que estallara la crisis de los alimentos en 2007, había en el mundo en desarrollo unos 850 millones de personas que padecían hambre crónica; aumentó a 960 millones en 2008 y se espera que sobrepase los mil millones en 2009”.

Las rebanadas del pastel

No vaya a ser la de malas que a Felipe Calderón se le ocurra manejar la epidemia como lo ha hecho con la crisis económica, porque la presente emergencia no es por un “catarrito”, sino por influenza.

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