viernes, 24 de abril de 2009

NO ESTAR SOLOS, ES LO UNICO QUE NOS QUEDA (POR AHORA, ORGANIZANDONOS).

Por Polimnia Romana
24 de Abril, 2009 - 01:02
Ante las expectativas económicas del FMI, que el gobierno usurpador no ha querido reconocer y por lo tanto no hace nada para remediarlas, ningún mexicano quiere perder su empleo, menos aún si le es arrebatado de manera arbitraria violando las Leyes consagradas en nuestra Constitución. Es el caso de los mineros de Cananea que están siendo hostigados por Germán Larrea, beneficiario del reparto que hizo Salinas de los bienes nacionales, y apoyado por los meros meros violadores del estado de derecho.

Si algo nos consuela ante un apuro o una pena es saber que no estamos solos, que a nuestro alrededor existen seres humanos capaces de comprender nuestra frustración y nuestro dolor. Ayer observé con mucha atención las caras de alegría de los mineros y sus familiares al escuchar los discursos de apoyo que les llevaron un poco de luz y de esperanza, especialmente, cuando tomó la palabra Andrés Manuel López Obrador. Su autoridad moral le permite moverse por todo el territorio sin necesidad de guardias de seguridad ni cercos que obstaculicen el contacto con la gente, y, lo más importante, le permite hablar con la verdad sin ningún temor. El Presidente Legítimo no miente ni inventa justificaciones para denunciar a los cuatro vientos los abusos que cometen esos que se creen a salvo del juicio del pueblo, del juicio político y del juicio de la historia.

Su presencia en la mina fue una verdadera muestra de solidaridad, por la cual los trabajadores mineros sintieron que no están ni estarán solos.

Yo me pregunto si algún mexicano consciente sería capaz de cerrar los ojos y los oídos ante la infamia que se está cometiendo en Cananea, como hace más de 100 años. ¡Claro que no!, porque todos, de alguna manera, estamos padeciendo las injusticias de un gobierno usurpador capaz de robar no sólo nuestra tranquilidad y nuestra paz social, sino capaz también de robar al pueblo y al país su pan y su sustento. Lo que el pelele no puede arrebatarnos es la sensación de compañía y de solidaridad que sentimos por nuestros hermanos en desgracia.

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