Hay algunos mexicanos que agraviados por la burla de los poderosos, esos que impusieron a un pelele para seguir despachándose a sus anchas los bienes de la nación, piden al Presidente Legítimo que aunado a las marchas, mítines y concentraciones se inicien bloqueos para sacudir a la sociedad y lograr que la toma de conciencia se dé más rápidamente. Sin embargo, el gran valor conquistado por el Movimiento que encabeza Andrés Manuel López Obrador es que la toma de conciencia se va dando sin atropellar los derechos de otros.
Ha sido tan largo y constante el sufrimiento de los oprimidos que pareciera una medida justa interrumpir la tranquilidad de los privilegiados para que sientan en carne propia lo que otros padecen. Pero ese no es el verdadero camino de la no violencia, que es el que ha tomado nuestro líder moral.
Tenemos que tener presente que no hay mal que dure cien años, y que tarde o temprano las cosas van a cambiar. Esa es la esperanza que alienta Andrés Manuel en sus discursos, con la denuncia de la corrupción y de la impunidad que los gobiernos prianistas han impuesto desde el poder, con su mirada amable y sincera, con los abrazos que reparte entre la gente honesta y trabajadora que lo sigue por todos los caminos que recorre, por todas las plazas que visita, por todas las esquinas en las que se detiene su comitiva y, sin guardias de seguridad ni guaruras, recibe el grito del pueblo: Presidente, Presidente.
Vamos bien, no se desesperen. Lo más difícil es empezar y este Movimiento empezó bien y avanza a su ritmo. No podría ser de otra manera.
La violencia sólo genera violencia. No podemos incendiar el país que amamos. Sigamos hasta el final al líder en el que confiamos, un líder que ama a México y a su gente. Es verdaderamente un honor estar con Obrador.
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