lunes, 25 de mayo de 2009

ASTILLERO.

Elecciones de estadio

PAN y circo

Suerte Televisa

Julio Hernández López

Felipe Calderón cree tan altos sus índices de popularidad, después de la bocanada de oxígeno mediático que en semanas anteriores se otorgó a cuenta de oportunamente magnificadas alertas gripales, que ayer se asomó, en medio de las consabidas prevenciones militares fuertes, al estadio hidalguense donde se jugaba la semifinal del máximo torneo comercial de futbol. No fue el único político en campaña que buscaba beneficiarse del binomio PAN y circo, pues el sábado pasado apareció en las frecuencias de Televisa el aspirante blanquiazul a gobernar la delegación capitalina Miguel Hidalgo, Demetrio Sodi, que, según sus palabras, tuvo la suerte” de ser entrevistado por la generosa empresa en el tiempo publicitariamente privilegiado del partido entre Pumas y Puebla (la electoralmente veloz Ana Gabriela Guevara debería recibir de Televisa, en mínima compensación, una invitación similar a ser entrevistada durante el próximo juego de final que habrá en el estadio universitario: a menos que el asunto no sea de “suerte”, sino de intereses empresariales e inmobiliarios en, por ejemplo, la zona de lujo de Santa Fe).

No hay nada punible, desde luego, en la asistencia del papá de Juan Felipe Calderón Zavala al inmueble deportivo donde jugaría el equipo preferido del hijo. Pero sí va creciendo la polémica respecto al abierto uso de los programas asistenciales y de gobierno ejercidos por la administración calderónica en propaganda electoral del partido federalmente en el poder. Tanto es el riesgo de que se esté en presencia de los preámbulos de una elección de Estado, que el ínfimo IFE –por instrucciones del correctivo tribunal federal de asuntos electorales– presentará hoy a discusión un documento que reprocha el uso de esos programas y recursos públicos para favorecer al partido alojado en Los Pinos. Respecto al candidato Sorry, los abogados de PRD y PRI pretenden poner a prueba la institucionalidad electoral con este caso que abiertamente viola la normatividad vigente. No es la primera vez que el ahora panista se aprovecha de relaciones especiales con poderes televisivos o que oculta el patrocinio de sus campañas de proselitismo.

Los desfiguros políticos abarcan todo el espectro partidista, como en el caso del gobernador de Veracruz, que con cinismo extremo pretende convertir en “atractivo turístico” la desgracia ecológica y la miseria extrema de La Gloria, la comunidad de Perote que ganó fama mundial por las contaminantes Granjas Carroll de México donde podría haber estado el origen de la influenza porcina, aviar y humana y donde Édgar Hernández habría sido el Niño Cero de esa pandemia, por cuyo discutible motivo Fidel Herrera ha ordenado construir una oportunista estatua conmemorativa que se inaugurará en unos días más.

Y los riesgos de explosión no quedan sólo en lo político y electoral, sino en lo social. Por ejemplo, con los centros penitenciarios del país convertidos en paraíso de corrupción para funcionarios que sin sombra de duda “reportan” sus ganancias hacia arriba, en una espiral de dinero sucio que dice llegar al cielo y, al mismo tiempo, en infierno para quienes caen allí por culpas justificadamente castigables o por manipulaciones o venganzas, muestra todo ello del fracaso de la palabrería gobernante de los partidos, entre ellos, de manera mediáticamente destacada, pero no única ni peor, el PAN con el gobernador ultraaleluyo de Morelos (lo que demuestra que la mochería no exime de complicidades con criminales extremos) y el PRD con la gobernadora familiar a la que también se le van cayendo acusatoriamente los funcionarios inmediatos inferiores.
Astillas

El senador perredista David Jiménez Rumbo escenificó la mañana del pasado 19 en Acapulco una linda historia de influyentismo e impunidad cuando, según la nota de Roberto Ramírez Bravo en La Jornada Guerrero, encañonó quince minutos con un rifle AR-15 (ante decenas de maestros, padres de familia y niños) a tres jóvenes empleados de radiocomunicación que habían llegado del Distrito Federal para labores de mantenimiento de Iusacell en el puerto y dormitaban en un automóvil, “con visible presencia de resaca”, frente a la escuela donde estudian los hijos del distinguido legislador federal, quien argumentó que los crudos durmientes le parecieron “sospechosos” y alguien le había dicho que tomaban fotografías de escolares. Jiménez Rumbo (que iba a bordo de una Nissan Armada, pero también tiene un Lotus y un Mercedes Benz) cruzó una calle con el rifle en alto y “encañonó a los sospechosos, los obligó a salir, los colocó con las manos sobre el cofre y los pies separados y colocó el cañón del arma en la nuca de uno de ellos. Con la otra mano, empezó a hacer llamadas por teléfono celular. Después entregó el rifle a su guardaespaldas, hasta que llegó la patrulla 407 de la policía municipal, y luego un grupo de la policía ministerial, quienes revisaron minuciosamente el vehículo sin encontrar nada que incriminara a los detenidos”. Los tres “sospechosos” fueron llevados a oficinas federales y, dos días después, liberados... En Ameca, Jalisco, un ciudadano que luego de una noche de copas se había quedado dormido en una calle dentro de su automóvil fue despertado por soldados que iban a bordo de dos camiones: “con el rostro cubierto me pidieron que bajara del carro, que sacara de mis bolsillos lo que trajera: traía alrededor de 20 monedas, de a 10 y de a peso, dos llaves, algunos billetes que se volaron con el aire y los soldados buscaban detener, pisándolos. ¡Qué triste que los traigan en esas tareas, en un intento de legitimación! En México no hay malos y buenos y ya: hay pobres, desempleados, desnutridos, gente olvidada, que no necesariamente son malos ni son delincuentes”... Y, mientras Beatriz Paredes habla mañana sobre los retos de la democracia mexicana en el Woodrow Wilson Center, ¡Hasta mañana, en esta columna que escucha al presidente de Paraguay, el ex obispo Fernando Lugo, ahora metido en múltiples escándalos de paternidad, decir que “el celibato es imperfecto”!

Fax: 5605-2099 • juliohdz@jornada.com.mx

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