domingo, 24 de mayo de 2009

UNA CRISIS SOBRE LA QUE YA TEMIAMOS.


Antonio Gershenson
El domingo 3 de mayo, leyendo artículos publicados fuera del país, me encontré con algunos datos que creo que debemos tomar muy en cuenta, para entender algo el soberano relajo que se ha generado con las declaraciones oficiales y extraoficiales, cambiantes y no precisamente muy congruentes entre sí.

Ese día nos informan que en la isla californiana de Santa Catalina, en el centro turístico Avalon, había un gran movimiento. Los cruceros que antes tenían como destino a sitios de México, ahora llegarían a Avalon, en vez de “el México plagado de influenza”. Después de una reducción de la actividad económica por la crisis, ese sitio estaba en el mayo más lucrativo de que se tiene memoria.

Pero, nos preguntamos, ¿acaso no fue en California donde empezó la plaga, en Estados Unidos, país que tenía el segundo lugar en “infectados” posibles y probados después de México, y ahora tiene el primero?

El primer caso de esta influenza publicado hasta entonces en Estados Unidos fue el de un niño de 10 años en San Diego, el 16 de abril. La primera muerte por esta razón, que fue difundida, fue el de una señora de 39 años, trabajadora de censos, en Oaxaca, el 13 de abril. Hay un antecedente en México en La Gloria, Veracruz, desde el mes anterior, con 30 personas enfermas con síntomas parecidos a los de la A/H1N1. Un niño de cinco años de La Gloria estuvo enfermo desde la primera semana de abril, cuyo estado fue luego confirmado en un laboratorio en Canadá, y que es la primera víctima comprobada en laboratorio. El día de la “gran alarma” por parte del secretario de Salud fue el 23 de abril. Y del 27 de abril, en que se anunciaban más de 150 muertos, pasamos a una cantidad mínima el 5 de mayo; en lo inmediato se podía dar imagen de mejoría pero luego afectó aún más la credibilidad gubernamental.

En México fue haciéndose público que el año pasado hubo un fuerte “subejercicio” en el sector salud, y también en el primer trimestre de 2009, mientras que, en este último periodo, Seguridad Pública, Defensa y Marina ejercieron totalmente su presupuesto. Se ha dicho que el año pasado había un proyecto de desarrollo de vacunas que no se llevó a cabo porque Hacienda no entregó el presupuesto. En mucho, por lo que parece, la semiparálisis de buena parte del país obedeció a la ignorancia, o al silencio, del gobierno federal, durante varios días y al manejo público del problema.
Si el gobierno federal tomó en cuenta que la semiparálisis incidía sobre una crisis económica de por sí ya grave, pues lo tuvo bien calladito. No dijo nada de la crisis durante esos días. En enero–marzo, el producto interno bruto del país bajó 8.2 por ciento frente al mismo periodo del año anterior. Y el discurso oficial llegó a decir en mayo que ya tocamos fondo en la crisis y ya vamos de salida.

Esa crisis que medimos en enero–marzo incluye, según el Inegi, 2.3 millones de desempleados, digamos, totales. Pero lo que el Inegi exige para considerar a una persona como desempleada “es aquella que no trabajó siquiera una hora durante la semana de referencia de la encuesta, pero manifestó su disposición por hacerlo e hizo alguna actividad por obtenerlo”. Si se sale tantito y no cumple con algún requisito, ya es subempleada, y de esas hubo otros 3.4 millones. Además de ellos, nos informa que 12.1 millones de personas se encuentran laborando en la economía informal, o sea sin cobrar un salario sino con ingresos tipo propinas, reventa de objetos en la calle, etcétera. Hubo en el trimestre enero–marzo 405 mil nuevos desempleados “totales”. Y desde el principio del sexenio “del empleo” hasta marzo pasado, el número de desempleados totales pasó de 1.6 millones a los mencionados 2.3 millones. El aumento, de los puros desempleados totales, fue de aproximadamente 30 por ciento.

Sobre esto, ya en mayo de 2009, debemos agregar el efecto de la baja económica producida por la cantidad de fuentes de trabajo cerradas, la caída del turismo por el pésimo manejo del problema que presentaba a México como un país riesgo, el bajo ritmo de trabajo en centros que no habían sido cerrados, pues podemos imaginar hasta dónde va a llegar la información sobre el segundo trimestre, abril a junio de 2009. En especial, tendremos que ver, cuando se publique, hasta dónde va a llegar el número de desempleados en sus diversas categorías.

Sería muy sencillo decir que el agravamiento de la crisis es por “la influenza”. Acabamos de ver que incidieron en esto varias actitudes oficiales que ampliaron el efecto en la economía nacional de este proceso que se ha dado en torno a la epidemia.

gershen@servidor.unam.mx

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