Por Paquita
24 de Junio, 2009 - 00:00
En la televisión, todavía el mundo es blanco y negro. Es completamente negro que un candidato a jefe delegacional por Iztapalapa renuncie a su cargo para cedérselo a otra candidata con la misma ideología, pero cuyo partido está bloqueando desde las elecciones internas. En cambio, es completamente blanco que el candidato campechano decline a favor de otro candidato, de otro partido y una ideología completamente opuesta.
En la misma tónica simplista, es blanca la protesta a través de la anulación del voto, es una acción casi, casi redentora de la ciudadanía al tomar las riendas de “sus decisiones políticas”, y completamente negra la protesta activa desde las calles, donde la ciudadanía exige a sus legisladores no aprobar leyes que atenten contra la soberanía nacional.
Ya es muy vano, e inclusive contraproducente operar conforme a los designios de la autocracia televisiva, que se autodenomina opinión pública. Una vez alguien me preguntaba por qué apoyaba a López Obrador y le contesté que estoy abierta a otras opiniones, siempre y cuando sean razonadas y genuinas. Un reto: convénceme de que no es la opción, pero utiliza tus propias palabras, tus propios argumentos, o inclusive, utiliza los argumentos de los comentaristas de televisión, si quieres, pero parafraseados, explicados, desmembrados, permite que te responda a dichos argumentos con los míos y evita los insultos. La respuesta, salvo por unos cuantos insultos, fue nula.
Pues supuestamente, los medios de comunicación tienen la tarea de vincular a una sociedad, no de programarla para que inclusive, una plática razonada y tranquila sea prácticamente imposible. Las campañas son negras porque ennegrecen hasta la convivencia misma.
De tal manera que se requiere mostrar que el mundo tiene colores, texturas y contextos que son avasallados por la palabra fácil del locutor de televisión. El propio sistema educativo también está recortando de los planes de estudios las materias que proveen herramientas de análisis para una persona que ve el mundo con colores.
Pero de cualquier manera, la comunicación, la comunicación pura, entre dos personas que se entregan a ella sin ataduras ni prejuicios, es siempre mucho más poderosa que el panfleto, la consigna fácil y el chayote. Es un factor, que ningún analista, ningún político, ninguna encuestadora y mucho menos los merolicos televisivos toman en cuenta.
Las redes ciudadanas de la Benito Juárez, nos muestran un ejemplo maravilloso de cómo este fenómeno de comunicación cara a cara y sincera que la televisión jamás logrará, ha otorgado veinte puntos de ventaja a Bernardo Bátiz como candidato a jefe delegacional en una zona panista de tradición.
Para una comunicación efectiva no hace falta dinero ni poder, así que nadie es capaz de ostentar el monopolio de la comunicación.
Por cierto, que la persona de la que hablé antes, hoy ya no se informa a través de la televisión y le gusta debatir acerca de los temas de la agenda nacional.
No hay comentarios:
Publicar un comentario