Ricardo Andrade Jardí
Ante la incapacidad de gobernar demostrada por el usurpador, que como no le alcanza ya con rebuznar sandeces para justificar “su guerra contra el crimen organizado”, que nos ha costado una carnicería, que no exenta a ningún estado de la república bananera en la que nos han convertido, ahora nos hace saber que el verdadero meollo del asunto está en “los peligrosos jóvenes ateos mexicanos”, que además “escuchan música criminal y gustan de esa cultura”.
Huevadas, eso es lo único que le queda por decir a Fecal a estas alturas de la crisis financiera que por sostener un modelo económico criminal impedirá el crecimiento de la economía nacional y empobrecerá a más millones de mexicanos, que serán, o seguirán siendo desempleados en los próximos 24 ó 40 meses por lo menos, lo que pasó de ser un “resfriado a una pulmonía” desatendida. Ante la incapacidad evidenciada del Estado para enfrentar al crimen organizado y sus poderes de facto, que hoy dictan las reglas de nuestra “representativa democracia”.
“Los jóvenes son un peligro para México”, es lo que en el fondo pretende hacernos saber el individuo, que se negó sistemáticamente al ejercicio bien democrático de recontar los votos, al tiempo que nunca presentó una prueba contundente de su pretendido triunfo, que fuera más allá de los dichos de López Dóriga y las sentencias del TRIFE, que igual no pueden ocultar las “inconsistencias”
(sinónimo inequívoco de fraude en un proceso electoral).
“Usan drogas los jóvenes que no creen en Dios”, afirma el pelele chatarra de Los Pinos. Y lo afirma seguramente con una contundente base científica, cuando menos estadística, que no deja mucho margen para el error, parece pensar, pues su blasfema convicción no lo hace titubear, pero el asunto es en todo caso otro: “los jóvenes que se drogan no son católicos”, pero en las fiestas parroquiales no faltan las Coca-colas, los cigarros y las chatarras Sabritas, que son también una droga, y los narcotraficantes, vaya que sí que son católicos y lo son también los ladrones empresarios del FOBAPROA y los represores candidatos a diputados, panistas, de Mérida. Así como es católico el desgobernador borracho (el alcohol también es una droga) de Jalisco y los empresarios pederastas que se tutean con “el góber precioso”. Y nadie más católico que los curas violadores de niños y niñas que también son protegidos por el PAN y sus aliados. Y el más alto porcentaje de las jóvenes que abortan clandestinamente son también católicas y son católicos los sicarios que ejecutan la matanza que quedará impune por la IMPUNIDAD que otros, católicos, como Calderón y Medina Mora, y Gómez Mont, les otorgan.
Y no por eso podemos afirmar que todos los católicos son unos corruptos de mierda, pues sería reduccionista e infantil, al mismo tiempo que una afirmación así implicaría desconocer el gran aporte a la lucha y a las conquistas sociales de grupos cristianos y teólogos de la liberación, no sólo en México, sino en América Latina y el mundo...
El problema de fondo no es de fe, sino de moral y de ética, y ahí la fe puede muy poco, la mitad de los crímenes de Estado son ordenados y ejecutados por la doble moral de una plutocracia que no acaba de entender eso del laicismo y al parecer tampoco acaba de entender nada de nada…
Reducir el problema del narcotráfico y el de las adicciones a la existencia o no de Dios, de un único Dios, es un acto de estupidez suprema, que ningún político debería permitirse. Afirmaciones sin fundamento que buscan estigmatizar una condición de ser son la base del discurso fascista y detrás de esas declaraciones se oculta un inequívoco espíritu de ignorancia y racismo que afila sus violentas garras para desatar la represión, ante la incapacidad de legitimar, lo que por su mismo origen, no puede ser legitimado.
Ahora sí, para quienes aún creen en que las elecciones son un camino para algo y piensen votar por el PAN, deben saber que después de las declaraciones de Calderón: “haigan sido como haigan sido”, lo que estarán avalando, sin duda, es la represión contra los jóvenes y contra todo aquel que no sea católico (contra judíos, musulmanes presbiterianos, ateos, etc.) y contra toda manifestación cultural que “pueda no ser del agrado” del “católico” poder político. Estarán, dando un voto, por la más inmoral (por su doble moral) de las limitadas y cretinas opciones electorales de nuestra farsa... perdón democracia representativa.
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