El próximo domingo votaré nulo. Mi intención, generada sólo por una ley electoral defectuosa, para presionar su reforma, podría tener muchos otros motivos. La semana ha sido pródiga en causas de protesta que un voto nulo puede desahogar, aunque se estrelle contra el muro del importamadrismo oficial.
No sé por dónde empezar. Por donde sea. Es igual. De pronto aparece el escudo nacional que interrumpe los programas más vistos de la televisión y el presidente Felipe Calderón, entre la bandera y la secretaria de Relaciones Exteriores, informa solemnemente al pueblo de México que una francesa secuestradora convicta y sentenciada no será extraditada a su país. Bastaba un boletín de prensa de seis renglones. O tres. Me imagino a Sarkozy de pronto en la televisión francesa para informar a sus compatriotas que un mexicano delincuente, confeso, procesado y encarcelado en París por delitos del orden común, no será extraditado a México. Esa misma noche la señora Bruni dormiría sola y su esposo con camisa de fuerza en un asile d’aliénés. Pero, claro, Francia y el México actual son países distintos, cada uno con sus costumbres y cada cosa en su lugar. Allá ellos. Nosotros estamos orgullosos de ser una república chocolatera marca Morelia Presidencial.
En cambio, la tragedia más grande de la historia de México en que las víctimas fueron niños, no mereció un mensaje televisado. Aunque sólo fuera para dar el pésame a los padres de 70 niños quemados vivos, 48 de ellos sepultados y los demás con lesiones graves, dolorosas, que les dejarán huellas físicas y síquicas irreversibles. Aunque sólo fuera para comprometerse con la justicia y manifestar una voluntad política de no dejar impune el complejo de delitos que, emanados de la corrupción, provocaron el desastre del sexenio.
Todo terminó, aparentemente, en la aprehensión de funcionarios de inferior jerarquía y un pugilato verbal entre el secretario de Gobernación y el gobernador de Sonora. “No le acepto al gobernador el tono altanero con que se refiere al Presidente”, dijo un secretario que está ahí por un dedazo, al hablarle en tono altanero a un gobernador que está donde está mediante el voto ciudadano en un estado libre y soberano. Dicho sea esto refiriéndome a las instituciones, no a las personas, después de que el gobernador elevó la discusión a las alturas del intelecto socrático al dictar cátedra: “Queremos saber a qué se refiere con eso de aventar la bolita”. No hay a quién irle.
Desde antes de que se enfriaran las cenizas, el procurador general de la República declaró que nadie iría a la cárcel y ahora, al atraer el incidente, como lo llamó el invisible director del Seguro Social, dirigirá las investigaciones que llevarán al resultado previsto: se los dije, y a otra cosa mariposa.
Es entonces cuando el presidente Calderón toma el toro por los cuernos y nos aconseja afiliarnos a los partidos políticos. “Si se quieren mejores partidos, particípese en los partidos, y si éstos no convencen, fórmense otros”, dijo. Nunca habló de reformar una ley injusta, para que coexistan partidos y otras maneras de registrar candidatos de acuerdo con el espíritu de la Constitución, que hace del derecho de votar por quien uno escoge libremente la piedra fundamental de la democracia. Para el señor Calderón no hay más ruta que la nuestra, como dijo el comunista Siqueiros. Yo creo en un camino probado en otros países, con partidos políticos que coexistan con organismos que ofrezcan más opciones. Que desaparezca el sistema monopólico del registro de candidatos, que no sea derecho exclusivo de los partidos políticos. Todo por la vía pacífica, respetuosa, dentro del marco de la ley.
Por eso mi voto será nulo. Si tuviera alguna duda me bastaría, para fortalecer mi convicción, ver quiénes reprueban esta forma reposada de ejercer un derecho. No debo estar tan extraviado si los que se creen dueños de la brújula, del rumbo y del destino, se muestran unánimes en urgir la presencia de un exorcista para que nos saque del cuerpo el espíritu maligno.
Que cada quien vote como se le pegue la gana y en santa paz.
Yo votaré con una X.
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