Al presidente espurio ya le gustó el Zócalo y prefiere encabezar un evento militar en memoria de los muertos del terremoto de 1985 que acudir a Veracruz donde más de 500 mil personas VIVAS carecen de lo indispensable para sortear los efectos del huracán Karl que azotó a esa entidad hace dos días.
La Plaza de la Constitución además de ser simbólica por los grandes movimientos sociales que en ella se han realizado, es un espacio que pertenece al pueblo y de ninguna manera debe estar custodiado por las fuerzas armadas, menos tratándose de ceremonias cívicas importantes.
Lo que sucede es que Calderón ya se engolosinó con la Plaza y piensa que al asaltarla acaba también con la posibilidad de que miles de mexicanos se congreguen en ella para protestar por la ineptitud, la injusticia, la corrupción y la impunidad del gobierno usurpador y los que le antecedieron.
Sólo manteniendo un cerco de seguridad impresionante fue posible que Carlos Salinas y Vicente Fox pudieran ingresar al Palacio Nacional el pasado 15 de septiembre, donde compartieron el derroche del erario público que se esfumó en menos de tres horas.
Dinero, por cierto, que en estos momentos hace falta para ayudar a la gente que lo ha perdido todo, pero a estos insolentes y cínicos que se apoderaron del presupuesto al robarse la Presidencia no les duele la gente, sólo dos cosas ocupan su mente: enriquecerse más y seguir protegidos, por eso siempre se las arreglan arriba, aunque en el discurso se digan unos a otros tepocatas y víboras prietas. Son lo mismo PRI, PAN y partídos que les sirven de comparsa, como bien dice Andrés Manuel López Obrador.
Además, no creo que a Calderón le guste recordar el terremoto de l985 porque justo ante esa tragedia fue cuando los capitalinos mostraron al mundo su capacidad de fuerza y organización. Si hay algo importante que recordar es la solidaridad que la gente mostró ante sus hermanos en desgracia.
De ahí en adelante nada fue igual para la derecha porque gracias a esa capacidad de organización se generó el proceso democrático en la Ciudad de México, bien llamada la ciudad de la esperanza, a la que la derecha le tiene puesto el ojo.
Ese Ejército que el gobierno espurio está utilizando para atemorizar a los opositores al régimen, debería estar ayudando a los mexicanos damnificados por las inclemencias del tiempo y no andar matando civiles inocentes y protegiendo a políticos y funcionarios corruptos o a capos solapados por el gobierno. Los soldados están formados para obedecer órdenes así que el principal responsable de los delitos y violaciones a los derechos humanos que cometen los soldados es el jefe de las fuerzas armadas, como lo son Fox y Peña Nieto por los trágicos hechos ocurridos en Oaxaca y Atenco en 2006. El pueblo sí tiene memoria aunque muchos piensen que olvida con facilidad. El pueblo recuerda a sus mártires y a sus víctimas mucho más de lo que la derecha imagina.
Por eso no hay que tentarlo. La Plaza de la Constitución es sagrada y los capitalinos no vamos a permitir que se convierta en cuartel militar. ¡Fuera Calderón! del espacio libre en el que el pueblo se organiza para transformar a México en un Estado soberano donde la paz sea fruto de la justicia y no del miedo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario