Plaza de armas es un programa de televisión por Internet que forma parte de Capital 21, Sistema de Radio y Tv del gobierno de la ciudad. Autorizado apenas en febrero de este año, aún falta que la señal pueda verse por televisión abierta.
Algunos de los programas son Periodistas, que conduce Roberto Rodríguez Baños; Mujeres en movimiento, a cargo de la experimentada Sara Lovera; De la letra a la palabra, de Jorge Meléndez; Para su información, a cargo de Gustavo Lomelín, y Todas las voces, programa de entrevistas y análisis conducido por un periodista de la experiencia y seriedad de José Reveles.
Dejé al último el programa Plaza de armas por que en él he participado en algunas ocasiones y quiero referirme a la emisión grabada el día 9 de septiembre, con la participación de Francisco Suárez Dávila, ex subsecretario de Hacienda, quien presentó su libro La privatización bancaria fracasada, con la participación de Manuel Bartlet Díaz, exsecretario de Gobernación y senador, y yo, bajo la atinada conducción del informado e inquieto Ismael Carvallo.
En ese programa se trató del proceso mexicano de expropiación de la banca y la reprivatización posterior; en él, tres protagonistas y testigos, coincidimos en que ambas acciones caprichosas de los gobiernos de José López Portillo y de Carlos Salinas han conducido al sistema financiero mexicano de tumbo en tumbo, al grado de que podemos concluir, como lo hace el autor, que la reprivatización ha sido un fracaso.
La nacionalización en 1982 fue una ocurrencia de López Portillo, un intento de salvar su deteriorada imagen mediante una acción con la que imaginó emular la histórica expropiación petrolera de Lázaro Cárdenas, sólo que sin meditar consecuencias económicas, sin asesoría jurídica y sin apoyo popular. Cerca de una década después, más cerebralmente y como parte de un plan para despojar al Estado de la rectoría económica de la nación, Carlos Salinas reprivatizó la banca en forma igualmente atropellada y sin aprovechar la ocasión, como lo propusimos un grupo importante de diputados panistas de entonces, para establecer a nivel constitucional, líneas coherentes de política financiera.
Propusimos, y ni el gobierno de Salinas ni la directiva panista quisieron escucharnos, una banca nacional, que evitara los monopolios, distribuida regionalmente y con acceso a las acciones para el público y para los mismos trabajadores bancarios; propusimos también que se mantuviera el antiguo esquema de convivencia entre la banca privada y la banca oficial y se fomentara, mediante las cajas populares y las cooperativas de ahorro y préstamo, una banca social, que había demostrado eficacia y seguridad.
El gobierno desperdició la ocasión para establecer esas reglas, que ya habían sido aceptadas por el representante de Salinas, Manuel Camacho Solís, y el PAN, ya en franco acuerdo con el salinismo, perdió la oportunidad de defender, en respeto a sus propios principios, una banca democrática y solidaria.
Es importante señalar también, que aunque sea en forma tardía, el libro de Francisco Suárez Dávila reconoce que el Fobaproa fue un atropello y que tanto Andrés Manuel López Obrador como los diputados del grupo parlamentario del PRD en la LVII Legislatura teníamos razón al señalar que el rescate bancario era tan injusto como desastroso para la economía del país y además anticonstitucional, pues se asumió deuda a cargo del Estado que no produciría recursos para su pago.
Ese programa de Plaza de armas es una muestra de la posibilidad de una televisión capaz de tocar temas fundamentales para México y para la ciudad. Felicitaciones al director del sistema, Héctor Cervera, y al gobierno de la ciudad, con la certeza de que pronto se contará con televisión abierta.
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