Nuestro país, México, es en realidad un país maravilloso. Entre los límites de sus fronteras tenemos de todo, o quizás sería más correcto decir casi de todo. Tenemos costas (más de 3 mil kilómetros), tenemos zonas desérticas, a veces algunas frente al mar. Tenemos minerales de todo tipo y somos grandes productores de plata. Tenemos selvas, bosques, montañas y ríos; tenemos una de las mayores biodiversidades del mundo; algunas zonas del país como Oaxaca tiene la mayor diversidad de plantas medicinales del mundo, tenemos zonas arqueológicas fenomenales, que hacen que junto con nuestras playas tengamos unas de las ofertas turísticas más amplias y diversas del mundo. Tenemos petróleo. Tenemos un clima templado en casi todo el país, pues estamos geográficamente localizados en el centro de la franja solar, lo que hace que tengamos 320 días de sol al año. Tenemos una variedad de frutas amplísima. Tenemos gran potencial ganadero y de agricultura. Tenemos una gran y diversa población indígena que nos permite mantener viva la memoria de nuestro pasado histórico.Tenemos una riqueza gastronómica absolutamente fenomenal que nos permite mantener entre otras cosas, nuestra identidad.
Desde el punto de vista político-social, tenemos libertad, con todo y sus grandes defectos, que podría ser la envidia de muchos países. Vivimos en una democracia, aunque bastante imperfecta, pues la perfecta no existe en ningún lado, que nos permite movilidad ciudadana.
Tenemos una población muy diversa, trabajadora, dicharachera, que sabe reírse de sí misma, que es, a grandes rasgos, solidaria.
Con tantas cosas buenas, la pregunta que yo me hago es ¿por qué el país está en sus peores momentos y la gran mayoría de los mexicanos nos sentimos tan defraudados y tan preocupados por el bienestar y futuro de nuestra nación? ¿Qué será lo que nos tiene en tan pésimas condiciones? Sería presuntuoso de mi parte sugerir que yo tengo la contestación al respecto, pues no lo sé, sólo puedo inferir algunas cosas. A mi juicio, lo que nos tiene tan mal es una combinación de situaciones y personas. Primero me parece que México tiene un Estado (gobierno) fallido. Pero no es que me refiera al actual o al anterior solamente (que sí lo son), sino también a muchos previos. Y la razón, a mi juicio, es muy sencilla: ningún gobierno en turno ha pensado o dado continuidad a las acciones que corresponden a las gestiones en turno. En pocas palabras, nadie, ni el Ejecutivo, ni el Legislativo, y menos aún los partidos políticos, tienen o han tenido un proyecto de nación, con metas de largo plazo, que deberían de alcanzarse a lo largo de varios años, independientemente de quien gobierna en su momento. No hay, pues, una política de Estado. Porque si hubiera políticas de Estado, estratégicas, para: el campo, la energía, la educación, la ciencia y tecnología y la salud, otro sería el destino de la nación hoy día. Pero cada seis años el país se reinventa y la clase política en turno, aunque en general son casi siempre los mismos pero en otros puestos (aunque no sirvan) se dedica a resolver lo urgente, en lugar de atender lo importante. Por otro lado, en el gobierno no existe el servidor público de carrera, que debería existir dentro de los mandos medios y dado que éstos cambian frecuentemente, porque siempre vienen los nuevos, que llegan cuando hay cambios, impera la corrupción, ya que hay que sacar provecho al máximo, pues se sabe que el puesto es transitorio y de corta estancia. Así, el pueblo, a lo largo de los años, se acostumbró a la mordida que impera en todos y cada uno de los ámbitos de la sociedad. Con esto vino otra plaga, la impunidad y la ausencia de autoridad, pues ésta no conviene ejercerla, también en todos los ámbitos de la vida nacional. Y acompañado a esto, vino la costumbre de los funcionarios de ver exclusivamente por sí mismos o por su grupo, en lugar de responsabilizarse de su trabajo, con objeto de cumplir con lo que le toca hacer en su momento. El problema es que si el funcionario cumple, le puede afectar su carrera, pues siempre ve hacia el siguiente puesto. Cumplir con lo que debería hacer, afecta intereses y eso, a su vez, puede afectar la carrera política del funcionario. La combinación adicional del nepotismo imperante, que genera funcionarios desinteresados, ineptos e ignorantes sobre lo que les corresponde realmente hacer, produce una ineptitud generalizada que afecta la conducción del país. Y ciertamente ningún Estado puede soportar esto por largo tiempo, pues al cabo de los años todo se torna un círculo vicioso donde Estado y sociedad están coludidos sin querer, para sobrevivir, porque no hay forma de desenredar el entuerto. Como consecuencia adicional del camino que se trazó, apareció algo quizás no previsto: la inseguridad, pues en presencia de la impunidad por la falta de autoridad y corrupción imperante, aunado a la ausencia de políticas económicas de largo aliento, se ha generado demasiada pobreza, que contribuye de forma importante a la inseguridad.
Hoy día el coctel de la impunidad, corrupción, nepotismo, ineptitud en amplios sectores de la política y la sociedad y la total ausencia de planificación a largo plazo hace muy difícil que el país pueda aprovechar su enorme cantidad de potenciales. ¿Que será que necesitaremos una dictadura? Ojalá que no y que nos pongamos todos a aceptar que somos corresponsables del destino de la nación que en este momento no va por buen camino y que nos pongamos a trabajar en las acciones que reviertan este cuello de botella que nos hemos construido nosotros mismos
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