De no ser porque en 1810 a un grupo de mexicanos insurrectos se les ocurrió sacar del poder al sistema virreynal por medio de la violencia, no habría un país llamado México.
México no era muy distinto a como es hoy el 15 de septiembre de 1810. Unos cuantos potentados acaparaban la mayor parte de la riqueza del país; una gran parte de esa riqueza iba a parar a las arcas de otros paises; la corrupción dominaba el sistema político y económico; la gente humilde era tratada con la punta del pie y, en general, lo que imperaba era la explotación de unos cuantos por una minoría que se sentía por encima de los demás.
Pero si hoy a alguien se le ocurre cambiar las cosas no con violencia, sino por la vía democrática, lo tachan de "peligro para México."
No se puede festejar que hoy México sea lo que es: un país sin democracia, sumido en la pobreza, en la inseguridad, en la injusticia, en la corrupción y en la explotación y el abuso de la clases medias y bajas por unos cuantos potentados.
De ninguna manera le puedo decir "viva" a eso.
Lo que sí se puede festejar, y es precisamente lo que muchos harán hoy a las 10 de la noche en la Plaza de las Tres Culturas, en la Ciudad de México, es el hecho de que aún existen mexicanos con el espíritu de insurgencia y de libertad dispuestos a luchar por una transformación verdadera del país, para evitar que la injusticia y la corrupción sigan siendo los lastres de este país.
Los lopezobradoristas son los insurgentes de hoy. La diferencia es que no luchan con armas, sino con ideales y con información. Con la verdad.
A esos insurgentes son a quienes les dedico el "viva" el día de hoy. Sin ellos, México estaría perdido, y sin esperanza de un mejor futuro.
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