domingo, 3 de abril de 2011

Peña Nieto y AMLO al alza; Calderón y Ebrard a la baja Alán Arias Marín

El zipizape 2012 toma vuelo. La política mexicana, en veloz vaciamiento. Peña Nieto, viento en popa. AMLO, fortalecido. Ebrard, tambaleante. Calderón, sin autocontrol. ¿Polarización competencia tripartita? ¿Alianza o voto útil o regreso del PRI? ¿La “izquierda” y dos candidatos?

Ilustración: Luis Miguel Morales
El zipizape 2012 va tomando vuelo. Peña Nieto afianza sus aspiraciones presidenciales; resolvió la encrucijada de la candidatura del PRI al Edomex (el “dedazo” si bien no es procedimiento democrático estentóreo, sí es mecanismo complejo de consultas, construcción de acuerdos, equilibrios y compensaciones, requiere liderazgo garante de expectativas; la disciplina no es ciega, ni gratis). AMLO de nuevo dominante en el espectro de “izquierda”; Ebrard trastabillante al nublarse el juego aliancista para 2012, sin repliegue, dos candidatos en ese flanco y una regresión electoral (¿histórica?). Calderón errático, explosivo, sin autocontrol ni lectura pertinente del proceso (pathos oposicionista obsesivo, regreso de PRI nuevo peligro para México); el control del PAN se torna laxo, desbarajuste por el evidente desaguisado aliancista; Creel y Vázquez Mota mantienen endeble delantera, Lujambio y Cordero se desperezan episódicamente; al PAN le falta vigor, lo aplasta el Presidente.

Así se muestra el panorama y, la verdad, es patético. La racionalidad del proceso político mexicano es de escasa densidad. Trama de posicionamientos, juego vacío por el poder, escasez vergonzante de contenidos, proyectos e ideas: la miseria de la política (diría Marx que dijo Proudhom). La política mexicana adolece un nivel de calidad precario. Vorágine de declaraciones, fintas, amagos; escondidillas, trampas de callejón, zancadillas, celadas; hipocresía ostensible y doble moral de segunda división rutilante. Sube baja infantiloide, brincolín de adultos, tómbola de prerrogativas y financiamientos, espectáculo para bobalicones (nosotros los ciudadanos de a pie, si es que nos la creemos) con la complicidad mercantilista de los grandes medios masivos de comunicación.

El curso del proceso electoral del Edomex parece normalizarse. Acostumbrado juego de tres fuerzas. Alianza en estertores. Erosionada la credibilidad de las consultas (¿y la encuesta para apuntalar resultados y validez?), ha dejado ver mendacidad y mendicidad de prominentes organizaciones de la sociedad civil. Eruviel Ávila por el PRI dominante (descontento disciplinado de Atlacomulco); Alejandro Encinas (con Polevnsky como relevo ante vulnerabilidad por requisitos de residencia) y Luis Felipe Bravo Mena por el PAN y mediante “dedazo”. Por debajo de esas aguas regresando fingidamente a su cauce se mueven profundas turbulencias irresueltas. La ventaja inicial de PRI para los comicios de julio no es concluyente; 37% PRI, 24% PAN y 25% PRD, marca la intención inicial de voto (encuesta de GCE al inicio de semana); si algo interesante mantiene la política en México es el gran espacio que guarda para lo imprevisible, todo puede suceder, gazapos y traiciones, ridículos y tragedias.

El vaciamiento de la política es alarmante. Hay que perseverar en el debate público por discernir y otorgarle racionalidad a la miseria existente, más allá del mero análisis operacional de la pugna por el poder y la burda referencia empírica a intereses. Buscar el referente valorativo y conceptual que liga acción política con ideología y que sirve de incentivo; construcción del aguijón que mueve el proceso político (acaso la ilusión de que la clase política conecte su cabeza en circuitos más altos y nobles respecto de sus comportamientos. Dos vías.

Competencia pragmática. El escenario imaginado y que se quiere producir es la polarización. La perspectiva es opositora, la paradoja de Calderón y PAN como sus promotores, dadas las ventajas que presenta Peña Nieto. Ese es el hálito de la alianza PAN-PRD, un falaz centro-progresismo reivindicado por Camacho y Ebrard. Sin confluencia y suma de esfuerzos es segura la derrota; alianza formal o de facto y, en última instancia, lógica de voto útil para el mejor posicionado contra PRI; el modelo ideal se desmorona si AMLO adelanta al candidato panista (¿se evaporarían sus altos negativos?), por eso Ebrard el idóneo. De nuevo la elección convertida en sofisticado (sofisma) plebiscito: ¿sigue o no PRI en Edomex?, ¿regresa o no PRI a Presidencia?

Competitividad moderna. El escenario, que se piensa y busca, es de (alta y desigual) competencia tripartita. La perspectiva es de consolidación democrática (¿superada la alternancia como condición transicional?). No dividir a la “izquierda”, aglutinar movimientos a partidos, evitar dos candidatos de ese bloque virtual. De otro lado, fortalecer al PAN por gestión de gobierno, actualizar proyecto liberal-católico, dialéctica de continuidad y ruptura luego de 12 años en el poder. Dificultad estructural de esta mirada; incapacidad e impertinencia de la sociedad política de darle viabilidad. La descomposición política (violencia criminal y estatal inherentes) apunta la prevalencia final del pragmatismo. Sube-baja.

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