Que será el sereno, pero las ceremonias para encumbrar a Eruviel Ávila se están convirtiendo en monumentales homenajes al gobernador del Estado de México, Enrique Peña Nieto.
Ocurrió el viernes en el acto de presentación de la nueva cúpula priista mexiquense y también ayer en Toluca, en la toma de protesta a Eruviel como candidato al gobierno del estado.
Nadie pone en duda quién es el jefe, pero no se veía algo así desde los tiempos del gran Tlatoani.
Que quienes tal vez para no echarle porras a Peña Nieto prefirieron no asistir al acto de Eruviel fueron el senador Manlio Fabio Beltrones y la diputada y ex presidenta del partido Beatriz Paredes.
Se disculparon argumentando compromisos largamente adquiridos, en México y en California.
Que a pesar de que el Mini Cooper rojo en que viajaba quedó averiado, Emilio Azcárraga, presidente de Televisa, no sufrió ningún daño luego del aparatoso accidente en el rally Chihuahua Express.
Azcárraga, que era el copiloto, incluso fue más tarde al mirador de la Barranca del Cobre.
Que el bloque aliancista del PRD advirtió a Alejandro Encinas que será el único responsable si su candidatura al gobierno del Estado de México se cae por no cumplir con el requisito legal de la residencia mínima. En una reunión con Alternativa Democrática Nacional (ADN), integrantes de la corriente le indicaron que él ha mentido y tendrá que dar la cara si el PRI impugna su registro.
Mientras, Manuel Camacho Solís tiene firmado desde el jueves pasado el documento de la alianza con PT y Convergencia.
Que no estaría por demás tomar nota.
Ayer en Madrid, una marcha de unas 20 mil personas, convocada por la Asociación de Víctimas del Terrorismo, bajo el lema “Por la derrota del terrorismo: ETA fuera de las elecciones”, se convirtió en una protesta contra el gobierno de España y el presidente José Luis Rodríguez Zapatero.
El grito “Zapatero, dimisión” terminó sustituyendo al original
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