En privado, pero con ganas de que la especie galope por todos los ámbitos políticos de la ciudad, Beatriz Paredes Rangel ha dicho sí a la posibilidad de ser la candidata del PRI al jefatura de Gobierno del Distrito Federal, aunque, para empezar, con ciertas condiciones no muy difíciles de cumplir, si es que la quieren como representante en las boletas de la elección del próximo año.
La diputada federal, que en caso de ser cierto lo que se nos comenta, buscaría por segunda ocasión la jefatura del gobierno de la ciudad, también ha hecho cuentas con sus más cercanos y tiene claro que en los últimos años, con el PRI deshecho, la votación que le favorece no ha bajado del millón de posibles votos, lo que anima su participación, aunque, como decíamos, la tiene condicionada.
Y no, no se trata de lo que usted piensa, cuando menos por el momento. Se trata de la campaña electoral a la que la señora ya le montó estrategia. A sus allegados les ha dicho, con toda claridad, que ella no va a visitar colonia por colonia, menos casa por casa; que lo que busca es, cuando mucho, lograr dos actos masivos por día –uno sería mejor–, y nada más.
La estrategia ha sido criticada, pero en el PRI nadie ve mejor competidor, o competidora, que ella para 2012. Y aunque, como dijimos, ya hay críticas al modo de campaña, pocos la toman en cuenta porque el problema de división interna que enfrenta ese partido en la capital es de mucho mayor importancia que las formas que pretende la diputada.
Ya se sabe que los dos grupos que buscan la candidatura siguen peleados a muerte. Beatriz Paredes, por un lado, y Cuauhtémoc Gutiérrez de la Torre por el otro. También está en el conocimiento de los priístas que Gutiérrez de la Torre está dispuesto, incluso, a voltear bandera en caso de que Paredes se convierta en candidata, sin que él tenga un lugar de contrapeso en ese organismo.
Se trata de sobrevivencia y a Gutiérrez no le convencen, por eso, las promesas. O es algo tangible, cierto y poderoso, o se llevará los restos del navío priísta a playas donde sea mejor apreciado su trabajo. Y es que el también diputado parece ser el único que ha mantenido cierta estructura del PRI en el DF, y sin él el siguiente naufragio priísta parece inevitable.
Tasa en ese tamaño su fidelidad porque, según él, si Paredes se apodera de la candidatura y de la dirigencia priísta en el DF, su muerte política sería nada más una consecuencia lógica. Por tanto, sería preferible acariciar otros horizontes antes de que le den sagrada sepultura en el suyo.
Por lo que hace a la priísta, las cuentas también son claras. Hoy es la más conocida de todos los precandidatos de todos los partidos en el DF, según las encuestas que se han hecho públicas, y de las que es necesario dudar, pero que la conozcan no quiere decir que van a votar por ella, o que precisamente por eso, porque la conocen, votarían en su contra. Debido a ello es que las encuesta de conocimiento no representan la orientación del sufragio.
Y así, sin el apoyo del grupo que comanda Gutiérrez de la Torre, Beatriz puede sufrir un nuevo fracaso en la ciudad. De esa manera, si la fractura que hoy existe entre esos dos grupos persiste, el PRI seguiría, pese a Peña Nieto y su ola, sin poder recuperar el DF.
Por el momento, nos han comentado que no hay para cuándo hacer un acuerdo entre las partes, y los tiempos de reconstrucción apremian, porque en el PRI se sabe de cierto que un fracaso en la ciudad de México tendría costos altísimos para la presidencial. En esas andan.
De pasadita
Cuentan quienes saben de las pláticas entre el gobierno federal y el Movimiento por la Paz con Dignidad que la insistencia en crear una comisión de la verdad no es otra cosa que la idea de Emilio Álvarez Icaza de conseguirse una chamba con reflectores, es decir, a su gusto, y que en el momento en que se diga sí a la propuesta, con la condición de que el personaje no la dirija, el asunto se disiparía. Por tanto, lo mejor sería que desde el propio movimiento se considerara ya que el ex ombudsman azul no estaría a la cabeza de tal comisión. ¿Será posible?
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