martes, 23 de agosto de 2011

Periodistas en la fiesta de Calderón-- FEDERICO ARREOLA


“Se non è vero, è ben trovato”. Después de leer la columna de hoy de Jorge Fernández Menéndez recuerdo algo que me contaron acerca del New York Times, el presidente Lyndon B. Johnson y la guerra de Vietnam.



Johnson, seductor como pocos políticos en su país, invitó a cenar al propietario del New York Times. Fue una gran cena en parejas, en la que el gobernante y la primera dama agasajaron al editor y a su señora con las mejores exquisiteces de la cocina, grandes vinos y, al final, puros de calidad.



Cuando el presidente Johnson sintió que sus encantos habían terminado de seducir al editor del New York Times le dijo que le molestaba alguna nota, no de primera plana, pero sí muy crítica, que el corresponsal enviaba a diario desde Vietnam.



El dueño del New York Times al escuchar al presidente de Estados Unidos lo primero que hizo, para agradar al gobernante, fue darle las gracias por el comentario y se comprometió a poner remedio de inmediato a esa situación indebida. Así, llamó a su director editorial para regañarlo y ordenarle que, a partir del día siguiente, esas notas perdidas en las páginas interiores que tanto molestaban al presidente estadounidense, el hombre más poderoso del mundo, pasaran a la primera plana en ocho columnas.



“Se non è vero, è ben trovato”, dicen los italianos. Si eso no ocurrió, qué buena es la historia porque deja un gran mensaje: el periodista debe mantenerse alejado del poder, pero si no tiene más remedio que acercarse al poder, debe responder de inmediato con críticas fuertes para reafirmar su independencia.



Lo anterior viene a cuento porque hoy Fernández Menéndez, en Excélsior, hablando de la fiesta de cumpleaños de Felipe Calderón, dice que los personajes que no asistieron “… se lo perdieron, allí estaba buena parte del mundo político, empresarial, cultural, de los medios, en un ambiente cálido, relajado”.



Seguramente Jorge Fernández acudió a esa fiesta de cumpleaños y la disfrutó muchísimo, se nota en sus palabras. Qué pena que después de haber gozado de la buena comida y la buena bebida en Los Pinos no haya sido capaz de realizar ni la menor crítica a Calderón. Todavía tiene tiempo de hacerla, ojalá la haga.



“Se non è vero, è ben trovato”. Terminaré esta columna recordando lo que, se dice, pasó en el diario El País después de los atentados de Atocha.



Al director de ese diario español, Jesús Ceberio, le llamó el presidente José María Aznar. En ocho años de gobierno esa era, si no la primera, una de las rarísimas ocasiones en las que Aznar se comunicaba con el director de un periódico con el que tuvo muy mala relación.



Ceberio cometió el error, imperdonable, de atender a Aznar y, sobre todo, de hacerle caso. Así, El País mintió en su primera portada sobre los atentados. En ese periódico todavía les avergüenza lo ocurrido y, naturalmente, a Ceberio se le echó de la dirección. Todo por romper la regla de oro del periodismo: al poder no se le debe creer nada.



En fin, Jorge Fernández Menéndez, que es un gran periodista, tiene derecho a asistir a las reuniones que quiera. Seguro estoy de que, pronto, en sus columnas o en algún libro, nos contará qué fue lo que, en su opinión, falló en el gobierno de Calderón, en el que Jorge ha creído y que no ha sido, claro que no, lo que el mencionado columnista imaginó.

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