La clase política, los poderes fácticos, la oligarquía, la Iglesia, algunos artistas, unos cuantos intelectuales, uno que otro profesor y hasta, en ocasiones aisladas, nuestros padres, nos quieren ver la cara. Pero no debemos dejarnos.
¿De verdad creen quienes detentan el poder en esta República que el pueblo de México está pendejo? Es indignante que muchos políticos, ministros de culto, líderes sindicales y potentados crean que nos pueden ver la cara de idiotas cada que crean conveniente hacerlo.
Sin embargo somos muchos los pensantes; los que tenemos mentes y conciencias libres; los que no olvidamos; los que conocemos nuestro pasado y luchamos por un futuro mejor.
Yo no me creo eso de que el PAN represente la democratización de México. No me trago lo de Puente Grande; lo del nuevo PRI; lo de que le vamos ganando la guerra al ‘narco’; lo de los 6 mil pesos; lo de que México ya no es un país pobre; lo del pecado y la confesión; lo de que nadie sabe quién mató a Colosio; lo de que López Obrador es un peligro para México y que es lo mismo que Chávez, Evo o Castro.
A mí no me mienten.
Tampoco creo en el copete de Peña Nieto; no creo que el América sea un equipo que haya nacido grande, y que es muy grande. Evidentemente no le creo ni a Televisa ni a Tv Azteca. A López-Dóriga, Loret de Mola, Ciro, Marín, Micha, Ferriz de Con, Alemán, Alatorre, no les creo.
Y por supuesto que no me creo eso de que el hermano Larrazabal es un menonita morenito que vende quesos en los casinos.
La Paca, el Chupacabras, el que iba a defender al peso como un perro, Vicente Fox, el “gobierno del cambio”, el Santo, Blue Demon, el TLC, los tecnócratas, las alianzas entre el PAN y el PRD, los resultados de las elecciones de 88 y 2006, todo esto es o fue un mentira.
El poder miente. Y seguirá mientiendo.
Pero no. Yo no soy ningún pendejo. Y como yo hay millones. Alcemos la voz. Hay que demostrarle al poder que sí pensamos, que no somos imbéciles. A crear conciencia.
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