“El paraíso suizo y el infierno griego”. Más o menos así se titulaba una nota que leí en la prensa española, hace una semanas, en la que se comparaba la solidez de la economía de Suiza y la debilidad de la Grecia.
Ese artículo decía que a pesar de lo fuerte que estaba la economía helvética, o tal vez debido a ello, sus autoridades se estaban viendo en la necesidad de tomar medidas para protegerse, inclusive la de devaluar su moneda.
Así, han obligado a los inversionistas que desean tener su dinero en los, se supone, bancos más seguros del mundo, los suizos, a pagar por depositarlo, esto es, a hacerlo inclusive con tipos negativos de interés, con lo que guardar el dinero bajo el colchón resulta mucho más rentable que hacerlo en un banco de ese pequeño, pero poderoso país del centro de Europa.
Pues bien, a los problemas derivados de su éxito (en economía todo causa dificultades, tanto hacer las cosas mal como hacerlas bien cuando los demás se equivocan), Suiza tuvo que aceptar los despidos masivos en sus grandes empresas, como los bancos, ya que al recibir devaluados dólares, libras o euros por sus operaciones en el extranjero, cada día ingresaban menos dinero en términos del súper revaluado franco suizo. Solo UBS anunció, el pasado agosto, un plan para despedir a 3 mil 500 empleados en los próximos dos años.
Pues bien, por si no fuera suficiente con eso UBS ha descubierto pérdidas por 2 mil millones de dólares en operaciones no autorizadas realizadas por uno de sus empleados de la banca de inversión. ¿Es posible algo así?
Según UBS, lo que se oye muy raro, uno de sus agentes de bolsa, Kweku Adoboli, de 31 años de edad, cometió un fraude de ese tamaño y ya ha sido detenido en Londres.
No es lógico que alguien, en una institución tan fuerte y con tantos sistemas de control como UBS, pueda realizar operaciones “no autorizadas” por 2 mil millones de dólares sin que nadie se dé cuenta.
Creo que la administración del banco está usando el cuento del fraude como pretexto para justificar sus pérdidas.
No es, por cierto, el primer escándalo que en los últimos años protagoniza UBS. Ha estado en varios, como el que llevó a algunos de sus funcionarios a ser perseguidos penalmente en Estados Unidos por ayudar a los ciudadanos de este último país a evadir impuestos.
No me la creo. Simple y sencillamente no considero posible que un joven agente de bolsa defraude 2 mil millones de dólares a uno de los bancos más grandes del mundo así como así, sin que nadie se dé cuenta. Suena a coartada.
Pero, si fuera cierto lo del fraude, tal vez aplicaría aquí el dicho de “ladrón que roba a ladrón tiene cien años de perdón”. Ya que, con demasiada frecuencia, eso es lo que son las instituciones financieras que tanto daño han causado recientemente a la economía mundial.
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