sábado, 3 de septiembre de 2011

TRASCENDIO


Que en el entrevistómetro entre dos aspirantes a la Presidencia de la República, el jefe de Gobierno del DF, Marcelo Ebrard, apabulló al gobernador de Jalisco, Emilio González.

Al salir del Museo de Antropología, tras escuchar el mensaje del presidente Calderón, el jalisciense acaparó micrófonos y grabadoras. Y cuando le estaba pegando duro al aspirante puntero, el priista Enrique Peña Nieto, la aparición de Ebrard hizo que los reporteros lo dejaran solo a medio discurso.

La ventaja de jugar de local.

Que hablando de Peña Nieto, optó por la táctica elusiva.

Entró rápido y salió rápido. En los viejos tiempos se habría dicho: jugó a no resbalar.

Que extrañeza, por decir lo menos, causó en la Presidencia de la República la ausencia del coordinador de los senadores priistas, Manlio Fabio Beltrones, a la ceremonia de ayer en el Museo de Antropología.

Manlio contaba con invitación (“claro que estaba invitado”, aseguran en Los Pinos), pero prefirió irse a Guadalajara a escuchar el informe de uno de sus senadores.

Es decir, el 2 de septiembre carecía de importancia en su agenda. La pregunta es: ¿desde cuándo no importó o dejó de importar?

Que nadie dé por muerta, todavía, la reunión-diálogo entre el movimiento por la paz y justicia, que encabeza Javier Sicilia, y un grupo de ministros de la Suprema Corte de Justicia.

El contacto, aseguran en la Corte, sigue abierto y “no ha variado el interés de dialogar con la sociedad”.

Lo cierto es que pasan las semanas y sigue sin verse nada claro.

Que Josefina Vázquez Mota le solicitará en los próximos días al secretario de Educación Pública, Alonso Lujambio, que se incorpore a su equipo de campaña.

Pero los que conocen bien a Lujambio lo ven más cercano a Santiago Creel. Y si no es con Creel, afirman, será institucional y apoyará a Ernesto Cordero.

Pero Josefina, por lo visto, no está enterada, o no pierde la esperanza.

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