miércoles, 23 de noviembre de 2011

Del cambio de piel de AMLO.. LULY MORALES

La semana pasada Andrés Manuel López Obrador ganó a Marcelo Ebrard la posibilidad de competir por las llamadas izquierdas en las próximas elecciones federales. No solo eso, también estreno discurso. Dejó atrás las ya muy desgastadas arengas en contra de la mafia, el PRIAN y los chuchos, para abrir espacio a un discurso moderado, incluso novedoso y quizá atractivo con el llamado a construir una república amorosa. Fue también a la casa donde reside la mafia y les propuso el mismo “borrón y cuenta nueva” que le ofreció a FCH.

Sin embargo en los últimos 5 años no solo se dedicó a construir una formidable base territorial con MORENA, sino también amalgamó tras él una importante base de seguidores “duros”, atraídos con el discurso explosivo que Andrés Manuel se empeñó en utilizar y que repetía una y otra vez. El mismo discurso que alejó el voto independiente, atrajo a los radicales.

¿Quiénes son, cómo son?

Solo ellos son los únicos ciudadanos libres.

Paradójicamente se dicen libres, pero entre ellos, los puros, están completamente alienados.

Son grupales, colectivos, monolíticos. Uniformidad por encima de la pluralidad.

La Jornada, Proceso y Aristegui son los únicos medios libres.

Solo el camino de la izquierda es el único, no hay otro, es el principio y el fin.
Representan la pureza e inmaculación de la vida democrática.

Compiten por ser los más izquierdistas dentro de la izquierda, por la posición más extrema.

No entran en una competencia democrática, sino en una lucha.

Son maníqueos, o el todo o la nada, negro o blanco, mafia contra pueblo.

No ven en una entrevista un intercambio de ideas, sino una confrontación en donde el líder siempre vence.

Todo en el líder es permitido, no hay cuestionamientos, si se equivoca, es estrategia.

Los complots están por arriba de la ética.

El pensamiento dogmático no permite siquiera pensar en nuevas posibilidades, en nuevas alternativas.

Se le permite al líder o al grupo conductas que serían seriamente cuestionadas por ellos mismos si alguien más las hiciera.

Creo que AMLO puede ser un candidato competitivo. Pero después de las primeras reacciones ante su cambio de discurso, a los primeros que tiene que convencer es a sus propios seguidores. El discurso amoroso, tiene la primera prueba en los duros. ¿Serán capaces en los hechos de digerir ese discurso fuera de su grupo?. No se trata desde luego de moderar ideales, sino comportamientos.

La segunda viene en la actitud de Andrés Manuel frente a la victoria. ¿Será capaz de procesar sus diferencias con los Chuchos? O les pasará por encima sabiéndose ya el candidato. Y si les pasa por encima, ¿en donde habrá quedado el discurso de amor al prójimo?

Y la tercera, en un par de meses. Si efectivamente logra convencer a los independientes, habrá ya hecho para entonces, una elección de dos

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