Hasta Marcelo ganará--
POLIMNIA ROMANA
Esta semana corrieron ríos de tinta sobre el acuerdo entre López Obrador y Marcelo Ebrard de que fuera el mejor posicionado quien representara a los partidos de izquierda en la próxima elección presidencial.
Voces resentidas aseguran que sólo Marcelo Ebrard podía derrotar al candidato que la derecha necesita para evitar un cambio y continuar con los privilegios de unos cuantos y el remate del país.
Siento que es un error considerar “perdedor” a Marcelo Ebrard e intentar aislarlo de la contienda. Efectivamente no será él el candidato pero participará, y al igual que millones de mexicanos ganará.
El ánimo que sentí en la gente, tras la definición de la semana pasada, vuelve a ser enorme. El país está muy mal y necesita un cambio de rumbo para recuperar, en principio, la paz social.
Nadie en su sano juicio puede apostar a que las cosas sigan por el mismo camino, ni siquiera los que se han beneficiado económicamente por este desastre.
La propuesta de Andrés Manuel López Obrador, por el momento, es la que puede frenar la caída al precipicio y empezar de a poco a reconstruir el tejido social.
Quienes lo apoyamos sabemos que el cambio no será de un día para otro pero empezar es lo más difícil y Andrés Manuel ya dio los primeros pasos, claro, con el apoyo de millones de mexicanos que estamos dispuestos a protagonizar ese cambio.
He vuelto a ver en las personas que acuden a recibirlo esa mirada llena de luz que habla de la esperanza que habita en su corazón.
Sin exagerar puedo afirmar que entre Andrés Manuel y millones de mexicanos se produce un fenómeno que pocos políticos en la historia reciente del país han logrado producir. Es una especie de comunicación sin palabras en la que el mensaje esencial es: no estamos solos, podemos enfrentar juntos la adversidad porque el verdadero triunfo es seguir unidos por un ideal de justicia.
También esta semana se percibió en algunos de los medios de comunicación, que atacaban sin razón a López Obrador, cierta moderación que pone en evidencia algo importante: el beneficio de la duda.
Tras el baño de sangre que recorre el territorio nacional, la corrupción de funcionarios, sus amigos y familiares, que se mantienen impunes; tras la crisis económica por la inflación, el alza de tarifas e impuestos, los despidos injustificados, la falta de empleos y de oportunidades de estudio para los jóvenes, y la violación permanente a los derechos humanos por parte del estado, es válido cuestionarse si realmente Andrés Manuel López Obrador iba a ser un peligro para México. Tal parece que quienes le apostaron en 2006 al continuismo y validaron la imposición de un presidente ilegítimo, hoy recapacitan en la necesidad de experimentar otro camino.
70 años de PRI y 10 de PAN no sirvieron para impulsar el desarrollo del país ni procurar el bienestar del pueblo.
Nada se pierde con intentar, me dijo espontáneamente un amigo que se resistía a reconocer en López Obrador a un político honesto y congruente. También me dijo: si funciona, ganaremos todos.
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