Bernardo Kliksberg, asesor especial del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), advirtió que los índices de pobreza en México están muy por encima del promedio de América Latina, lo que provoca la exclusión social de miles de jóvenes que no tienen acceso a la educación ni al trabajo y son presa fácil del crimen organizado. Kliksberg dijo que está comprobado científicamente que la base social de apoyo del narcotráfico está en los jóvenes expulsados del sistema. El especialista argentino sostuvo que la pelea contra el narcotráfico se debe dar en todas las áreas al mismo tiempo: jurídica, legal, policial, económica, social, etcétera, pero siempre con miras a profundizar la inclusión social. Aseguró además que cuanto más se democratice México, cuanto más participe la gente, las políticas van a responder a las verdaderas necesidades de las mayorías.
Por eso justamente los gobiernos mexicanos no han querido apuntalar la educación ni la inclusión de los jóvenes a la vida productiva, como si resultara más costoso educar a los jóvenes que combatirlos cuando por ser excluidos se suman a las conductas antisociales. Bien dice Andrés Manuel López Obrador que es más barato y más humano incluirlos que dejarlos fuera.
Este cínico gobierno ha bautizado a los jóvenes que ni estudian ni trabajan con el nombre de Ninis, con esa terminología trata de ocultar que esos jóvenes mexicanos tienen derecho a un espacio en las escuelas y a un trabajo digno que el Estado les ha negado. No es por su voluntad que se encuentren deambulando por las calles en busca de un espacio donde desarrollar sus capacidades. Es una vergüenza que en vez de corregir la exclusión de los jóvenes se les descalifique y se les mire como animales raros. Esto último lo digo yo, no el asesor argentino.
En los países desarrollados los jóvenes salen a protestar por sus derechos y son reprimidos brutalmente. En México, ya no hay jóvenes interesados en la política sino integrados a la delincuencia que es también una forma de protestar contra las injusticias contra ellos cometidas. Aquí no sólo son reprimidos sino asesinados en medio de una guerra que no se sabe a quién va dirigida, todo parece ser que la guerra es contra el pueblo, especialmente jóvenes y niños, y no contra los delincuentes organizados porque los delincuentes desorganizados se encargan de protegerlos.
Tal vez la peor de las maldades cometidas por el hombre contra el hombre en la historia de la humanidad es ese acto negro de la EXCLUSIÓN.
Además de la terrible pobreza en la que se encuentran sumergidos millones de mexicanos, el hecho de ser excluidos del “Proyecto de Nación” que nos han impuesto tanto priistas como panistas constituye una humillación.
Ser pobre no duele tanto como ser excluido de lo que por derecho nos corresponde.
Los agravios cometidos contra el pueblo de México a lo largo de la historia, por los gobiernos nefastos que hemos tenido, es razón suficiente para salir a las calles y clamar justicia, y contagiar con nuestro grito de dolor a los que no han comprendido que si no hay un cambio en la forma de hacer política, este país acabará destruyéndose a sí mismo.
¿Cuántas medallas más hubiésemos obtenido en los Juegos Panamericanos si el gobierno apoyara a los jóvenes, si no fueran excluidos 7 millones del derecho a estudiar y a practicar un deporte?
¿Por qué permitimos que sean orillados a convertirse en delincuentes para cobrarnos con creses la deuda que la sociedad entera tiene con ellos?
Si no hacemos nada como sociedad para incluir a los jóvenes en la escuela y en la vida productiva, seremos tan responsables como los priistas y los panistas que los han excluido
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