viernes, 17 de febrero de 2012

La nueva política energética de AMLO-- Javier Jiménez Espriú*

México requiere una nueva política energética verdaderamente nacional, decidida por los mexicanos para satisfacer las necesidades y conveniencias de los mexicanos; una política energética que, a partir de un nuevo proyecto de nación, garantice su seguridad energética, componente indispensable de la seguridad nacional y elemento esencial para el desarrollo moderno y sustentable de los pueblos y que sea la base para una estrategia nacional de energía que atienda nuestros requerimientos de largo plazo, sustentada en los postulados siguientes:

1. Respeto irrestricto al espíritu y la letra de los artículos 27 y 28 de la Constitución. Sin transgresiones por interpretaciones tramposas en leyes secundarias.

2. El interés nacional, objetivo único de la estrategia nacional de energía. Seguridad energética y soberanía.

3. La energía, palanca del desarrollo nacional sustentable.

Se trata de garantizar nuestra soberanía y seguridad energéticas en el largo plazo, 25, 50, 100 años, y no la entrega de las funciones de nuestros organismos del sector a la empresa privada, fundamentalmente extranjera, y con ello de contratos claudicantes, inequitativos, ilegales y que entregan a terceros ganancias exorbitantes, incluida parte de la renta petrolera, que deben ser de la nación.

Se propone establecer un sistema de planeación energética nacional, integral, flexible, acorde con las estrategias de desarrollo de largo plazo, con base en criterios de soberanía, seguridad energética, desarrollo económico, bienestar de la población, diversificación de las fuentes primarias, cuidado del medio ambiente e información veraz.

Reconstruir el sector energético integrado en lo horizontal y en lo vertical y los eslabonamientos productivos en Pemex –un solo Pemex–, para elevar su productividad y competitividad y potenciar el papel de la CFE como generador de energía eléctrica y no como comprador de energía.

Explotar racionalmente los hidrocarburos. Plataformas de producción y de exportación compatibles con la seguridad energética nacional, la autosuficiencia y el nivel de reservas probadas y restitución de reservas superior al 100 por ciento, para ampliar el horizonte temporal de los recursos, hasta alcanzar una relación de reservas probadas/producción mayor a 20 años.

Incrementar la capacidad de refinación de petrolíferos y petroquímicos, para evitar la dependencia del exterior, que atenta contra la seguridad energética y el desarrollo industrial, y optimización del margen de reserva de la capacidad instalada de generación eléctrica.

Reconstruir la petroquímica nacional, para potenciar esa industria fundamental para el siglo XXI, en la que hoy tenemos una creciente dependencia del exterior, lo que inhibe múltiples áreas del desarrollo industrial del país.

Dar acceso al gas y a la energía eléctrica a todos los mexicanos, incluidos los que aún no cuentan con ello, a precios accesibles, y a los industriales, energéticos e insumos a precios competitivos, que estimulen el desarrollo industrial.

Analizar el potencial de reservas en el mar profundo –incluido el de los yacimientos transfronterizos– y del llamado gas-shale, y evaluar su explotación considerando impactos ambientales y desarrollo de capacidades tecnológicas propias.

Desarrollar programas nacionales urgentes para la transición energética, hoy estancada; de ahorro y uso eficiente de la energía y de cuidado del medio ambiente. Disminuir nuestra dependencia de combustibles fósiles en la balanza energética del país, hoy del orden de 90 por ciento, y preservar el entorno natural estimulando el uso de energías limpias, procesos eficientes de extracción de hidrocarburos y uso sustentable del carbón vegetal y la leña con objeto de evitar la explotación depredadora de los bosques, la degradación de nuestros suelos y las emisiones de gases de efecto invernadero; disminuir demandas dispendiosas de energía en transporte, en procesos industriales, en bienes y equipos utilitarios.

Restituir la capacidad técnica y de diseño y ejecución de proyectos de los organismos del sector. Se apoyará la formación de los cuadros necesarios para asegurar la capacidad del Estado mexicano de orientar y conducir su desarrollo.

Se rescatará de sus cenizas al Instituto Mexicano del Petróleo, al de Investigaciones Eléctricas y al Nacional de Investigaciones Nucleares, para convertirlos en eficientes brazos científicos y tecnológicos del sector.

Se estimulará la participación de la ingeniería mexicana y las empresas nacionales en el desarrollo del sector y se desarrollará el sector con el objetivo de apoyar el desarrollo industrial del país.

El financiamiento de este plan deberá lograrse a partir de los recursos propios de los organismos del sector, derivados de una tributación menos confiscatoria que la actual, de mayores recursos de inversión pública por la reorientación del gasto presupuestal y por los ahorros que en el futuro se logren de la disminución de la importación de combustibles.

Y, sobre todo, se limpiará de corrupción e ineficiencia el sector energético en sus autoridades, reguladores, directivos y trabajadores, y se establecerá un verdadero sistema de transparencia y rendición de cuentas, con observadores ciudadanos.

Ningún propósito válido es viable si continúa el estado de cosas prevaleciente.

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