El Frente Amplio Progresista se creó en el 2006 no sólo para lanzar a Andrés Manuel López Obrador como Presidente de la república, sino para respaldar a uno de los movimientos sociales más importantes de la historia del país.
Después del fraude, irónicamente, los partidos pequeños fueron los que no perdieron la esperanza y apoyaron incondicionalmente al Presidente Legítimo y a la resistencia civil pacífica conformada por millones de mexicanos.
Los diputados y senadores del PT y de Convergencia pelearon con todas sus fuerzas por mantener en alto la imagen del Movimiento y del mismo Presidente Legítimo. Aguantaron en la lucha aportando recursos y sobretodo alimentando el espíritu. El PRD no se desentendió oficialmente pero una corriente de arribistas y falsos izquierdistas salieron corriendo al ver que no habría huesos que repartir.
Afortunadamente, los chuchos ya son identificados por sus actos y no recibirán el ansiado voto.
A pesar de las duras críticas hacia Andrés Manuel, durante esta época de campañas electorales, él ha venido apoyando a los candidatos del PT y de Convergencia pues por experiencia sabe que serán soldados fieles al Movimiento y defenderán al pueblo desde el Congreso. Hasta ahora estos partidos no lo han dejado solo; tomaron la tribuna y las calles en señal de su compromiso con el pueblo. La intención del gobierno calderonista es desaparecerlos en represalia a su congruencia.
Andrés Manuel no abandonará al partido que él mismo fundó, porque a pesar de que los chuchos se aliaron al usurpador para apoderarse de la dirigencia, el PRD cuenta con mucha gente buena y luchona, con mártires en su historia que merecen ser recordados dignamente. El PRD nació así, gracias a que muchos compañeros dieron su vida y pelearon para que los mexicanos tuviéramos una opción distinta a la derecha corrupta. Los vicios y las componendas no hacen al partido, la base sacará tarde o temprano a los mafiosos oportunistas para rescatar todo lo bueno que hay en PRD, y volverá a ser un partido de la gente.
Mientras tanto, el PT y Convergencia, que forman parte de la coalición Salvemos a México, son una muy buena alternativa. Se trata de unir fuerzas contra la derecha que está desmantelando al país y empobreciendo más al pueblo, ese, ese sí es un pecado.
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