En un resultado que no lo cree ni el (autodenominado) gallo Lozano, la tasa oficial de desocupación abierta se redujo 0.8 por ciento durante el pasado marzo, en comparación con la reportada en febrero, de acuerdo con la estadística del Inegi, con lo que en el periodo de referencia alrededor de 360 mil mexicanos se habrían colocado en el mercado laboral, aunque mayoritariamente en el sector informal de la economía (dos de cada tres).
Lo anterior, según los indicadores de ocupación y empleo a marzo de 2011 divulgados ayer por el Inegi, los cuales precisan que en el tercer mes del presente año la desocupación abierta afectó a 4.61 de la población económicamente activa (alrededor de 2.17 millones de mexicanos), contra 5.38 por ciento (2.53 millones) el mes previo. Con todo, tal indicador negativo se encuentra por arriba del registrado en octubre de 2008 (4.11 por ciento), arranque oficial de la crisis (de cualquier forma, cuando el calderonato se instaló en Los Pinos, la tasa oficial de desocupación era de 3.58 por ciento de la PEA). De los 360 mil mexicanos que habrían encontrado ocupación remunerada en marzo pasado, cerca de 250 mil se ubicarían en el sector informal de la economía, y alrededor de 110 mil en el formal (con registro en el IMSS), aunque de éstos más de 25 mil se emplearon de forma eventual.
De acuerdo con los citados indicadores, a nivel nacional la tasa de desocupación fue de 4.61 por ciento de la población económicamente activa en el tercer mes de 2011, porcentaje inferior al que se registró en el mismo mes de 2010, cuando se situó en 4.81 por ciento. Por sexo, la desocupación entre los hombres registró un aumento de 4.69 a 4.71 por ciento, y entre las mujeres se redujo de 5.02 a 4.45 por ciento. Casi 28 por ciento de los desocupados no completó los estudios de secundaria, en tanto que los de mayor nivel de instrucción representaron a 72.2 por ciento. Con datos desestacionalizados, en el mes en cuestión la tasa de desocupación a nivel nacional fue de 5.09 por ciento, tasa inferior en sólo 0.12 puntos porcentuales a la de febrero pasado.
Al considerar solamente el conjunto de 32 principales áreas urbanas del país (con más de 100 mil habitantes), la desocupación afectó a 5.44 por ciento de la población económicamente activa en el mes que se reporta, tasa menor en 0.41 puntos a la observada en el tercer mes de 2010. Con base en cifras desestacionalizadas, la TD sólo se redujo 0.07 puntos porcentuales con relación a la de febrero pasado.
La información preliminar de la Encuesta nacional de ocupación y empleo divulgada por el Inegi apunta que durante marzo de 2011 la población subocupada (la que declaró tener necesidad y disponibilidad para trabajar más horas, pero no lo puede concretar) representó 7.8 por ciento de la PEA (alrededor de 3.7 millones) y 8.1 por ciento de la población ocupada. Estas proporciones son más bajas que las del mismo mes de un año antes, cuando se ubicaron en 8.2 y 8.6 por ciento, respectivamente. El porcentaje de subocupación es más alto en los hombres (8.8 por ciento) que en las mujeres (7 por ciento). En su comparación mensual, este indicador reportó un incremento de 0.08 puntos porcentuales en marzo del presente año respecto al mes inmediato anterior.
Por entidad federativa, la tasa de desocupación fue mayor en Sonora (7.68 por ciento de la población económicamente activa), Chihuahua (7.43), Tlaxcala (7.1), Zacatecas (7.08), Tamaulipas (6.92), Durango (6.71), Tabasco (6.46), Nuevo León (6.31), Distrito Federal (6.27), Aguascalientes (6.12), Guanajuato (6.1) y estado de México (6). Por debajo de la media nacional, Chiapas (1.91), Guerrero (2.08), Campeche (2.63), Yucatán (2.91), Michoacán (3.05), Oaxaca (3.26), Morelos (3.66), Veracruz (3.76) y Nayarit (3.93).
En marzo, informó el Inegi, en los sectores informal y formal de la economía se ocupó 95.39 por ciento de la población económicamente activa. Del total de ocupados, 66.7 por ciento opera como trabajador subordinado y remunerado en una plaza o puesto de trabajo, 4.6 por ciento correspondió a patrones o empleadores, 22.8 por ciento a trabajadores independientes o por su cuenta sin contratar empleados, y finalmente 5.9 por ciento se desempeñó en negocios (lo que eso quiera decir) o en parcelas familiares, contribuyendo de manera directa a los procesos productivos pero sin un acuerdo de remuneración monetaria. En el ámbito urbano de alta densidad de población, conformado por 32 ciudades de más de 100 mil habitantes, el trabajo subordinado y remunerado representó 73.5 por ciento de la ocupación total, 6.8 puntos porcentuales más que a nivel nacional.
Dos de cada tres ocupados en los sectores formal e informal de la economía se ubicaron en el sector servicios; sólo uno en las áreas productivas. La población ocupada por sector de actividad se distribuyó de la siguiente manera: en los servicios se concentró 43.6 por ciento del total; en el comercio 20.1; en la industria manufacturera 15.2; en las actividades agropecuarias 12.3; en la construcción 7.6; en otras actividades económicas (que incluyen la minería, electricidad, agua y suministro de gas) 0.6 por ciento, y el restante 0.6 por ciento no especificó su actividad.
Las rebanadas del pastel
Si el reporte del Inegi no lo cree ni el (autodenominado) gallo Lozano, lo mismo sucede con el doctor catarrito en torno al informe del Banco de México sobre la inflación en la primera quincena de abril, el cual asegura que en ese periodo el índice nacional de precios al consumidor se redujo 0.09 por ciento, producto, asegura, de la baja en las tarifas eléctricas (¡¡¡10.32 por ciento!!!, según dice), aunque milagrosamente reconoce alzas en los precios de algunas frutas y verduras, y en el de la tortilla de maíz (el gasolinazo no tiene registro). En línea con el milagro, la institución financiera asegura que en el periodo de referencia el índice de precios de la canasta básica de consumo tuvo una variación (a la baja) de 1.10 por ciento. Todos los subíndices de precios se incrementaron, excepto uno (vivienda), pero el BdeM celebra que la inflación fue a la baja. Será que lo envuelve el espíritu religioso y, por ende, quiere repartir buena noticias, aunque éstas, como siempre, no existan.
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