En la historia de México la posesión de la tierra y la explotación de los recursos naturales han sido el eje alrededor del cual se han desarrollado disputas para ejercer su control y favorecer a unos cuantos, a través del despojo y el abuso del poder, en detrimento del grueso de la población. Las medidas de politica económica establecidas por los gobiernos en turno han favorecido a las oligarquias y a intereses extranjeros, dejando una estela de conflictos alrededor de los recursos minerales, el petroleo, los bosques, el agua, entre otros muchos. Estos problemas como consecuencia han tenido en respuesta conflictos sociales.
El tema de la propiedad, en este caso de la tierra, está en el centro del huracán que fue la revolución, aunque líderes como Madero y Carranza lo hayan soslayado. La propiedad es Poder y el Poder lo da la propiedad.
Durante el Porfirismo, Díaz emprendió una política de conciliación con los diversos grupos políticos y económicos que en un momento dado podrían hacer peligrar su régimen, astutamente los halagó, favoreció y les otorgó privilegios para tenerlos de su lado y así perpetuarse en el poder. A los aristócratas les concedió honores y privilegios; a los terratenientes les permitió incrementar sus latifundios por medio de la política agraria que permitía denunciar tierras "vírgenes o baldías" perjudicando a la predominante propiedad comunal indígena; La despiadada política agraria favoreció la concentración de la tierra en unas cuantas familias, y a los intereses extranjeros, despojando a las comunidades indígenas. Por ejemplo, la Ley de Colonización y Terrenos Baldíos que autorizaba a un grupo de colonos conformar una compañía deslindadora para denunciar y registrar las tierras que no tenían dueño, aunque el propósito que encubría el despojo a los indígenas era el de establecer catastros y de promover el desarrollo de la agricultura. La compañía deslindadora accedía por ley a cambio de su trabajo una tercera parte de lo deslindado, mientras que las otras dos terceras partes eran compradas al gobierno de manera preferencial. De esta forma la propiedad de la tierra en México adquirió dimensiones exorbitantes y para lograr su medición se necesitaba de medidas astronómicas. Por su parte los campesinos estaban sujetos al peonaje en las haciendas, paradójicamente endeudados con el hacendado, lo que los hacía permanecer acasillados o alrededor del casco de la hacienda, como una mano de obra barata permanentemente. Sujetos a la explotación brutal, los campesinos trabajaban de sol a sol sin esperanza de mejorar su calidad de vida, les pagaban por medio de las tiendas de raya, sin acceso a la educación ni a la salud, ni mucho menos a participar de la vida política del país.
La tierra se regaló prácticamente a la vieja oligarquía y a los intereses extranjeros. El caso de Baja California es bastante significativo: la mitad del estado se concesionó a 4 empresas extranjeras. En el norte hubo despojo de tierras comunales indígenas como la de los yaquis y mayos en Sonora, grupos étnicos que padecieron una terrible guerra de exterminio debido a su resistencia. En el sur y sureste, los estados en los que se dio en mayor grado el deslinde de tierras, con el consecuente daño para las comunidades indígenas, fueron: Chiapas con 3 millones de hectáreas, el 40% de la superficie total del estado; la costa de Oaxaca donde mas de 300 mil hectáreas pasaron a manos de particulares; la costa de Quintana Roo, con 40 mil hectáreas; en Tabasco fue deslindado cerca del 50% del territorio; en Veracruz poco mas de 100mil hectáreas, y en Tamaulipas 350mil. En la zona del centro del país el deslinde solo alcanzo el 1.27% de su superficie.
El sistema de haciendas fue una de las plagas que azotó a la población no sólo del centro del México sino de todos sus confines. En las haciendas henequeneras de Yucatán, los mayas vivían prácticamente esclavizados, las fuentes que han llegado hasta nosotros así lo demuestran; en el norte las cosas eran diferentes pero igual de injustas. Las antiguas colonias militares -Namiquipa, Cuhillo Parado, Janos, etc.- fundadas desde finales del siglo XVIII fueron perdiendo sus tierras por obra y gracia de los hacendados, en este caso, ganaderos. En el caso de Morelos los pueblos que había logrado mantener vigente la propiedad comunal quedaron asfixiados por la expansión de las haciendas cañeras.
Sin duda alguna esta es una de las causas sociales que originaron el movimiento armado de 1910, en donde los campesinos se lanzaron al llamado de las armas con la esperanza de recuperar sus tierras
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