Entre gritos y sombrerazos se desarrolla el debate entre tricolores y el inquilino de Los Pinos (quien utiliza a la borregada blanquiazul y a la Secretaría de Hacienda para defender el punto), en torno al tema de la deuda pública de las 32 entidades de la República. Pero quién sabe qué es lo que reclama el gobierno federal, pues la propia dependencia a cargo del candidato-funcionario Ernesto Cordero (que utiliza el tema para desviar la atención sobre asuntos mucho más delicados y, de paso, permanecer en la escena electoral) públicamente ha dicho que tal débito no es considerado un riesgo para las finanzas públicas del país, pero el hecho es que no sueltan el asunto cuando, como dirían los clásicos, los encargados de lo federal también tienen su historia.
Aseguran los funcionarios de Hacienda que no hay riesgo con la deuda de los estados, pero que sí es necesario encender focos amarillos para atender con oportunidad eventuales problemas en ese renglón. Bien, pero la oportunidad que reivindica la Secretaría de Hacienda para atender dicho asunto, también debería aplicarla a situaciones del ámbito federal que representan bombas de tiempo de escasa mecha. Por ejemplo, la voluminosa cuan creciente erogación por concepto de prestaciones de la burocracia federal, o el incremento –ese sí histórico– de los mandos medios y superiores (los de mayores percepciones), o el brutal costo de la nómina del Poder Ejecutivo, sin olvidar el Judicial, el Legislativo y organismos autónomos, que tampoco cantan mal las rancheras.
El saldo de la deuda de los estados de la República, más el Distrito Federal, cerró el pasado junio en un nivel cercano a 315 mil millones de pesos, equivalentes 2.3 por ciento del producto interno bruto del país. De diciembre de 2006 (cuando se instala Calderón en Los Pinos) a marzo del presente año tal débito se incrementó 0.7 puntos porcentuales, que en líquido equivale, según las cifras de la Secretaría de Hacienda, a 155 mil millones de pesos. No es un monto despreciable, desde luego, pero equivale a lo que el gobierno federal gasta en nueve meses, sino es que en menos tiempo, en prestaciones para su burocracia. Por este último concepto, en lo que va del calderonato se ha erogado alrededor de un billón de pesos, es decir, 6.5 veces más que el aumento en el saldo de la deuda estatal de 2006 a marzo de 20011. Por si fuera poco, en 2010, 33 centavos de cada peso del presupuesto de egresos de la federación se destinaron al pago de la nómina del gobierno federal (en el entendido que los mandos medios y superiores engullen la mayor parte, por ser ellos los que obtienen los mejores sueldos y prestaciones), pero de esto el de Los Pinos, Cordero, la siempre oportuna Secretaría de Hacienda y la borregada panista no han dicho ni pío.
En cuatro años y tres meses de calderonato (enero de 2007 a marzo de 2011), la deuda de los 31 estados y el Distrito Federal se incrementó en alrededor de 101.3 millones de pesos por día como promedio (la deuda pública federal lo hizo a un ritmo 14 veces superior). Qué horror, pero sólo en 2010 el pago de prestaciones a la burocracia representó una erogación, también diaria, de alrededor de 660 millones de pesos, y en el mismo año para nómina del gobierno federal se destinaron, cada 24 horas, 3 mil 14 millones de pesos. El costo para el país es brutal por donde se le vea, pero en Los Pinos y zonas anexas, candidato incluido, consideran que lo único oportuno es encender los focos amarillos sólo por la deuda de los estados.
La deuda pública federal, con Calderón en Los Pinos, se ha incrementado 134 por ciento, que en líquido equivale a 2.38 billones de pesos. En el mismo periodo, el débito de los estados aumentó 155 mil millones, 15 veces de diferencia entre una y otra, pero los focos amarillos de la oportuna Secretaría de Hacienda se encendieron sólo para el segundo de los adeudos. El folclórico dirigente de los tricolores, Humberto Moreira, denuncia que durante los gobiernos panistas la burocracia dorada (los buenas huesos para los amigos de los amigos, con los mejores sueldos, las prestaciones más jugosas y los gastos de representación más abultados) pasó de 4 mil 95 a 8 mil 217 personas, 100 por ciento de aumento, pero ello ni siquiera provoca encender una linterna. En el segundo trimestre del presente año, el pago de prestaciones en el sector público federal fue cercano a 60 mil millones de pesos, equivalente casi a 40 por ciento del aumento registrado en casi cinco años en el saldo de la deuda de los estados, pero ello tampoco motivó la oportunidad de la SHCP de encender siquiera un cerillo.
Qué bueno que el de Los Pinos y su candidato Ernesto Cordero estén atentos, según dicen, a eventuales problemas financieros por la deuda de los estados de la República, pero deberían empezar por lo que directamente les atañe: deuda federal, nómina ídem y prestaciones, una bomba de tiempo mucho más potente que los citados focos amarillos. En vía de mientras, retomo algunos puntos de un análisis elaborado por el Centro de Investigación en Economía y Negocios, del Tec de Monterrey (Gasto de gobierno en servidores públicos y erogaciones adicionales): la erogación presupuestal destinada a los ramos administrativos y entidades del sector público para cubrir remuneraciones adicionales y especiales, otras prestaciones sociales y económicas, pago de estímulos a servidores públicos, remuneraciones al personal de carácter transitorio, servicios profesionales, científicos, y técnicos y otros servicios, alimentos y utensilios, servicios de arrendamiento, servicios financieros, bancarios y comerciales, servicios de comunicación social y de publicidad, servicios de traslado y viáticos, remuneraciones al personal de carácter permanente, seguridad social y pensiones y jubilaciones, sumaron un billón 100 mil millones de pesos en el ejercicio fiscal 2010, algo no registrado en ningún país del planeta. Por ejemplo, para solventar este nivel de gasto en burocracia, Uruguay necesitaría destinar 229 por ciento de su producto interno bruto, Bulgaria, 210 por ciento y Ecuador, 152 por ciento.
Pero en México los focos amarillos se encienden por el equivalente a 2.3 por ciento del PIB, sin que el proceso electoral nada tenga que ver, desde luego.
Las rebanadas del pastel
Con sangre en la comisura de los labios, el inenarrable Juan Molinar Horcasitas, premiado con el hueso de secretario de Acción de Gobierno del PAN, exige que no se otorguen más recursos a gobiernos ineptos y derrochadores, porque es inmoral e inaceptable. Y tiene razón: ni un peso más al gobierno calderonista.
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