Si perdiera la encuesta, es decir, si no fuera candidato presidencial del PRD-PT-Movimiento Ciudadano, Marcelo Ebrard Casaubón sería senador.
Es decir, Ebrard continuaría con su carrera de burócrata (por cierto, él no ha sido otra cosa en su vida).
En este escenario, Ebrard usaría la fuerza de negociación que le daría la derrota frente a Andrés Manuel López Obrador, para que llegara también al Senado su jefe y guía ideológico de toda la vida, Manuel Camacho Solís.
Marcelo trataría también de que resultara candidato a jefe de gobierno del Distrito Federal su amigo y tal vez cómplice Mario Delgado, pero esto es más difícil ya que a Delgado no le dan los números, es decir, su popularidad es tan baja que no hay modo de que nadie lo imponga como el candidato en la Ciudad de México.
¿Seis años de senador le servirían a Ebrard para volver a buscar la candidatura presidencial de izquierda? Es muy difícil saberlo, pero creo que no tendría posibilidades de volver a intentarlo.
El próximo sexenio, con López Obrador como candidato de izquierda en 2012, cualquiera que fuera el resultado de la elección presidencial (tanto si ganara el PRI, con Enrique Peña Nieto, como el PAN, con Josefina Vázquez Mota, o como la izquierda, con López Obrador) sobrarían tiempo y condiciones políticos para el surgimiento de nuevos liderazgos en el PRD, PT y Movimiento Ciudadano.
Si a López Obrador le fuera bien en 2012 como candidato presidencial, lo que es muy probable, esto es, tanto si obtuviera la victoria como si quedara en segundo lugar muy cerca del primero, su movimiento, Morena, se consolidaría y podría convertirse en un partido político, que en tal caso desplazaría al PRD como la principal fuerza política de izquierda.
Y, es un hecho, en Morena sobra cuadros jóvenes, preparados y talentosos capaces de crecer más que Ebrard, los chuchos y toda la caterva de ya envejecidos izquierdistas que nada verdaderamente importante han logrado durante el tiempo en que han controlado la burocracia del PRD.
Para Ebrard, pues, la elección presidencial de 2012 es un asunto de ahora o nunca.
¿Y para López Obrador?
Si perdiera la encuesta, es decir, si no fuera candidato presidencial del PRD-PT-Movimiento Ciudadano, Andrés Manuel López Obrador se iría a su casa. No lo veo en otra cosa. A escribir, probablemente, pero lejos de la política.
Si Andrés Manuel no fuera candidato, su movimiento, Morena, quedaría herido de muerte.
Lo más que haría López Obrador en el escenario de que el ejercicio estadístico del fin de semana no lo favoreciera, sería utilizar su poder de negociación en el PRD para conseguir candidaturas seguras al Senado y a la Cámara de Diputados para algunas de las personas que más leales le han sido todos estos años, como Rogelio Ramírez de la O, César Yáñez y Octavio Romero.
No he mencionado la posibilidad de que AMLO colocara a las suyos como candidatos en el PT o Movimiento Ciudadano porque estos partidos, si AMLO no fuera candidato, quedarían condenados a la extinción.
Han apostado tanto por López Obrador el PT y Movimiento Ciudadano que, incluso en un escenario de alianza o coalición con el PRD, con Andrés Manuel como candidato podrían conseguir más votos que el perredismo, que no ha sido generoso con AMLO.
Pero sin AMLO como candidato, el PRD se quedaría con prácticamente todos los votos, que no serían muchos, de la izquierda, lo que sería mortal para el PT y Movimiento Ciudadano.
Para Andrés Manuel, pues, las elecciones presidenciales de 2012 son la última oportunidad de consolidar su liderazgo y de convertirse, realmente, en un personaje histórico.
Si las cosas no se le dieran, no le quedaría más opción que abandonar ya una actividad, la política, en la que ha participado con honradez e idealismo yendo invariablemente contra los grandes grupos de poder, pero en la que no ha podido, porque a veces las condiciones no se dan, imponer sus proyectos de cambio.
Si AMLO se retirara de la política en 2012, y no veo otra opción para él si no fuera candidato presidencial, dejaría un muy buen recuerdo y, sobre todo, heredaría su ejemplo de lucha desinteresada para que sirviera de inspiración a otros que, con certeza, vendrían después de su retiro a intentar cambiar todo lo que está mal en México.
Por supuesto, si AMLO no fuera candidato, la izquierda sufriría un duro revés, ya que Ebrard, ambicioso vulgar, haría cualquier cosa, hasta traicionar los ideales que se supone defiende, para conseguir unos pocos votos adicionales.
Así que, indudablemente, lo mejor que podría pasar sería que la encuesta del fin de semana confirmara lo que dicen todas las otras encuestas: que Andrés Manuel es el mejor posicionado en la izquierda. Pero, ya se sabe, en México todo es posible.
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