jueves, 23 de febrero de 2012

El PRI y el PAN a favor de AMLO-- H. E. CAVAZOS ARÓZQUETA

Así como es innegable que el conflicto postelectoral suscitado a resultas de las diversas y múltiples irregularidades que se manifestaron durante los comicios federales de 2006 afectó drásticamente la imagen de Andrés Manuel López Obrador, del mismo modo no podemos rechazar, aunque existan argumentos fundamentados en los principios y en la dignidad para defender el plantón de Reforma, la idea de que el constante roce y la continua confrontación entre el Partido Acción Nacional (PAN) y el Partido de la Revolución Democrática (PRD) a lo largo de 12 años acabaron por beneficiar al Partido Revolucionario Institucional (PRI).



Porque creo que AMLO, a partir de la resistencia civil pacífica que encabezó hace 6 años, tensó tanto la cuerda que acabó por tronarla, y por esa brecha que se abrió entre la izquierda y la derecha se escabulleron los priistas. Esto último, claro está, a causa de que los mexicanos prefirieron la resignación a ostentar su indignación; algunos por fatalistas, otros por dejarse manipular por los medios de comunicación al servicio de la oligarquía, principal enemiga del movimiento que encabeza el tabasqueño.



No me cabe la menor duda que la actual fortaleza del PRI se debe a que los dirigentes del partido tricolor modificaron el discurso, disfrazándolo de autocrítica y renovación; hablaron de reconciliación, consenso y paz. Y con la creciente ola de violencia en México, junto con la decapitación de las izquierdas, fruto de otro conflicto electoral entre las corrientes lopezobradoristas y la conocida como los ‘chuchos’, el electorado mexicano se dirigió en 2009 a la propuesta política que no traía consigo cotejo y riña, como lo era la del blanquiazul y el Sol Azteca, que para ese entonces se le planteaba a los ciudadanos como un partido acéfalo, caótico y en decadencia.



Lo que siguió fue una debacle para la izquierda y el partido en el poder; el Revolucionario venía arrasando con todo. Y llega ahora a la elección presidencial con la gran mayoría de los estados bajo su poder, con el candidato líder en las encuestas, y con los números a su favor. Por lo que muchos creen, entre ellos Josefina Vázquez Mota y su equipo, que la contienda por el Poder Ejecutivo de la Federación debe polarizarse para que el candidato que se sitúe en un sólido e indiscutible segundo lugar pueda capitalizar los votos útiles de los indecisos e independientes que se oponen al regreso del PRI a Los Pinos.



Sin embargo, a causa de que tanto los panistas y el Gobierno Federal, con el afán de sacar a AMLO de la disputa por la Presidencia de la República, se dedicarán a atacar desenfrenadamente al priista Enrique Peña Nieto y a su partido, estos últimos tendrán que contraatacar con el mismo rigor y la misma vileza. Y durante esa lucha entre tricolores y blanquiazules, entre Guerra Sucia, balconeo, infamias y calumnias, muy probablemente, como lo hicieron los del PRI en 2009, puede escapárseles, con el discurso del AMOR, Andrés Manuel López Obrador.



Y es que el tabasqueño pareciese ser que ya entendió: la avidez de paz de los mexicanos, ahora inmersos en una guerra sumamente sangrienta y violenta, es como nunca notoria y urgente. Quizá sea por esto que AMLO se ha pronunciado en contra de la polarización de la elección presidencial; quizá su apuesta sea que cuando priistas y panistas se saquen sus trapos al sol, confirmándole a la gente que representan lo mismo, tal vez en ese momento la masa electoral conformada por apolíticos, independientes e indecisos se irá con él, con el Movimiento Regeneración Nacional, con la izquierda, con la alternancia.



A crear conciencia.

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