jueves, 2 de febrero de 2012

Voto nulo: ¿castigo o premio?-- POLIMNIA ROMANA

Ante la propuesta de algunas voces de anular el voto en las próximas elecciones, como reclamo a la crítica situación en la que se encuentra el país, el martes pasado surgió una estrategia mejor que la anulación de votos: NINGÚN VOTO A LOS PARTIDOS QUE HAN OPERADO PARA DESEMPLEAR Y JODER AL PUEBLO.

Esa fue la consigna que surgió tras la movilización que llevaron a cabo el martes pasado decenas de miles de trabajadores y campesinos en el Zócalo de la Ciudad de México, pertenecientes a organizaciones campesinas y sindicatos democráticos.

Los contingentes de electricistas, trabajadores de la UNAM, pilotos y empleados de tierra de Mexicana, integrantes de la CNC, de la UNT, de la CNPA, de la CONORP, del STUNAM y otros, salieron del Ángel de la Independencia rumbo al Zócalo protestando y dando a conocer el posicionamiento consensuado de NO PERMITIR OTRA ADMINISTRACIÓN NEOLIBERAL.

Al Zócalo llegó Enrique Peña Nieto, sí, un monigote con orejas de burro y una paloma blanca en el hombro derecho, que fue motivo de rechiflas prolongadas de parte de los miles de asistentes.

El consenso finalmente se resume en NO DARLE UN CHEQUE EN BLANCO A QUIENES AMENAZAN, DESEMPLEAN, MATAN, ENCARCELAN A LUCHADORES SOCIALES Y TRAICIONAN A LA PATRIA.

En el acto de protesta, no se habló en ningún momento de anular votos, lo que significa que la población más afectada por los nefastos resultados de los gobiernos neoliberales va a ejercer su derecho constitucional de elegir libremente a su próximo Presidente.

El grito que más se escucho fue: ¡El pueblo se cansa de tanta piche tranza!

Sin embargo, ellos no se muestran cansados de seguir luchando y resistiendo, porque la situación del país así lo amerita.

Seguramente van a aguantar de pie y con la cara en alto hasta lograr que se cumplan sus demandas, de eso que no nos quede duda.

Personalmente no creo que quienes proponen anular el voto estén tan convencidos de que de esa manera las cosas van a cambiar en el país.

Los cambios surgen de abajo, con la organización de la gente y la convicción de que sólo el pueblo puede salvar al pueblo.

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