Anuncia el candidato priista que irá al debate con sus contrincantes, a quienes pide dejar de lado “los acordeones”.
Tabasco • Enrique Peña Nieto entró al debate sobre el debate. Garantizó que iba a estar presente, sin acordeones, ni papeles, que no iba a evadirlo. Lo que tampoco pudo evadir, fue al viejo PRI. Primero evitó al ex candidato presidencial Roberto Madrazo, pero no tuvo más remedio que saludar. Después, en el mitin multitudinario, el lleno fue de los petroleros y su dirigente Carlos Romero Deschamps que ocupó sitio en primera fila.
El candidato priista advirtió que acudirá al debate que efectuará el Instituto Federal Electoral y llamó a los candidatos a dejar de lado “los papeles y los acordeones” para que se muestren tal y como son, con la posibilidad de contrastar los resultados de las distintas gestiones que han desempeñado en cargos públicos.
“Ya se acerca lo que tanto mundo demanda, lo que muchos de ustedes esperan, el debate que nos permita contrastar a los candidatos nuestro proyecto y desde Tabasco hoy le digo a mis adversarios: claro que estaré presente en el debate, voy a debatir, a defender el proyecto de cambio para México”, expresó frente a poco más de 20 mil personas concentradas en la explanada de la Ciudad deportiva del Instituto de la Juventud y el Deporte de Tabasco.
La concentración en la explanada donde el último priista que se había presentado fue Luis Donaldo Colosio, destacó por covers de canciones de los 70, una de las cuales al final bailó el candidato.
Antes, al mediodía, Peña Nieto acudió a una comida con 400 empresarios, priistas, y miembros de la sociedad civil en un salón del parque Tomás Garrido. Ahí, en su recorrido para saludar mesa por mesa, y como no queriendo la cosa, evitó la zona que había sido designada para el ex candidato presidencial de su partido, Roberto Madrazo, quien departía con el ex gobernador de Tabasco Manuel Andrade. Muchos fotógrafos y camarógrafos esperaban al lado de la mesa para grabar el momento en que el candidato le estrechara la mano al ex presidente del tricolor que tantas opiniones negativas concita como representante del viejo PRI, pero... se quedaron con las ganas. Y el hombre que hizo trampa en la maratón de Berlín permanecía de pie con la sonrisa congelada.
En cuanto Peña y su esposa, “la señora Gaviota”, como le dicen sus fans en los mítines, se sentaban en la mesa principal, Madrazo hacía lo propio y... se sumergía en la degustación de su crema de chipilín.
Desde su mesa, Peña veía a Madrazo pero no iba a saludarlo, simplemente le mandaba un saludo y un abrazo con sendos gestos.
Casi al final de la comida un viejo priista, Rafael Oceguera, miembro de la dirigencia priista en tiempos de Colosio, y que solía ser señalado como mapache electoral, convencía a Madrazo de acercarse, quien accedía a regañadientes. Y sí, Peña tenía que posar lo más rápido que pudo para la foto a lado del tabasqueño.
—No se quería acercar Madrazo —se le comentaba a Oceguera.
—Lo llevé con orden de aprehensión —se reía.
Por la noche, Peña se despidió diciendo que quería ser hijo de Tabasco. “Para que Tabasco tenga un hijo en la Presidencia”.
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