No es necesario adentrarse a los campos y caminos olvidados de México para percibir los resultados de la política económica neoliberal que tanto defiende la derecha. En las mismas colonias y barrios de las ciudades vive gente que carece hasta de lo indispensable para vivir; gente que no cuenta con servicios de agua y luz, y mucho menos con la posibilidad de conseguir un empleo que le permita sacar adelante a su familia.
La promesa que repite Peña Nieto de un México mejor no llega al corazón de los más necesitados. Las ayudas temporales en tiempos de elecciones son recibidas ante las necesidades diarias pero no con la convicción de que las cosas cambiarán para la gente si regresa el PRI. En cada comunidad, por muy pequeña que sea, hay gente adulta que no olvida lo que ese partido representa. Aunque los publicistas de Peña Nieto quieran borrar ante los mexicanos el autoritarismo, la corrupción y las injusticias cometidas por los gobiernos priístas, hay una memoria colectiva que sigue ahí, palpitando y presintiendo lo que puede llegar a suceder si no se da de inmediato un cambio verdadero.
Así como la pobreza recorre el país, también lo recorre la esperanza. Hoy más que nunca tenemos en nuestras manos la posibilidad de impedir que unos cuantos sigan tomando decisiones equivocadas y rematando las riquezas naturales que pertenecen al pueblo y no al gobierno.
Me gusta escuchar a la gente y comprobar que, a pesar del bombardeo de los medios de comunicación para vender la figura de un títere de pacotilla, los ciudadanos han decidido otorgar su voto de confianza al candidato de las fuerzas progresistas, y no sólo eso sino que lo hacen convencidos de que su decisión es la correcta. En esos barrios y colonias aparentemente engañados, la esperanza está al rojo vivo. Finalmente la esperanza es lo único que les ha dejado este sistema depredador, y no la han perdido. Muchos están dispuestos a participar en la promoción y la defensa del voto, y lo más notable es que están informados de las cosas que los medios callan.
Si a Peña Nieto le hubiesen permitido acercarse a la gente, escuchar sus propuestas, sus demandas y su situación real, tal vez no tendrían que cuidarlo tanto, porque se habría hecho una idea del país que pretende “gobernar” y no iría a ciegas obedeciendo órdenes.
Lo mantienen en un cofre como si se tratara de un tesoro, y sí, su arribo al poder representa un gran tesoro para los depredadores que lo apoyan pero no para el pueblo.
Él sabe que es un instrumento de la oligarquía para que nada cambie, de ahí su inseguridad para moverse o hablar sin salirse de un guión. Su cercanía a los personajes que tanto daño le hicieron al pueblo y al país es su única carta de presentación auténtica. Todo lo demás es falso como una moneda de tres pesos.
Por eso la esperanza de la gente está cifrada en Andrés Manuel López Obrador y no en el regreso del PRI. Por eso hay efervescencia en las reuniones de vecinos, en los círculos de estudio, en los foros y pláticas de MORENA. Por eso ha crecido tanto este Movimiento Nacional que se consolidó a partir del fraude electoral.
La participación de la gente es lo único que puede detener la imposición y el retorno de un PRI añejo, corrupto y autoritario. Ahora hay un sector muy grande de la población que está consciente de que su participación es decisiva.
La esperanza de la gente está en la gente.
Sólo el pueblo puede salvar al pueblo.
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