De hecho, la Reforma educativa contradice el libro que presuntamente escribió de puño y letra. El espíritu de reconocimiento a la labor magisterial que permea el discurso en materia educativa de esta propuesta de gobierno consolidada a través de su libro, contradice la estrategia actual, que señala a los profesores como únicos sujetos a evaluación y responsables directos de la debacle educativa.
Subyace la premisa de que como no han sido capaces de remover ellos mismos a su lideresa, entonces son parte del problema, no así de la solución. Estas falacias han sido vendidas a la opinión pública desprestigiando la labor docente y lastimando a los profesores, miles, la mayoría, verdaderamente comprometidos con su trabajo.
Soslayan convenientemente que remover a la lideresa magisterial sin sus alfiles, operadores políticos, líderes charros de las seccionales estatales, no solamente no contribuye a mejorar la calidad de la educación, sino que empeora potencialmente la incertidumbre en la que los profesores mexicanos laboran hoy en día. Esa es la nueva cara del viejo PRI.
Hasta ahora, el tema de la acotación del poder sindical ha evidenciado un cobro de cuentas, más allá del discurso que se empeñen en mostrar a la educación pública.
No hay tal Reforma, estimado lector. Ocurrencias, ideas inconexas, propósitos remasterizados del sexenio anterior y nada más.
Un mensaje a ti, querido colega
Somos Maestros, antes de cualquier otra consideración y el derecho a ser llamados así, se desprende del compromiso diario frente a grupo, cumpliendo en tiempo y forma con todas y cada una de las exigencias del poderoso de turno, llámese presidente de la república o gobernador del estado.
Desde hace tiempo, los profesores mexicanos comprendimos que no hay gobierno, administración estatal, sindicato, ONG´s y mucho menos entes privilegiados tocados por la divinidad que sean capaces de hacer lo que los profesores mexicanos realizamos desde nuestros salones de clase.
Este sistema educativo es brutal para todos los actores implicados, incluyendo el profesor. Es viejo el adagio “El maestro que hace lo que puede, hace más de lo que debe”, porque desde comunidades sin agua potable o drenaje, exigiendo de los virreyes de los Estados o de los charritos corruptos convertidos en “presidentes municipales” aquello que es su obligación proporcionar: aulas y recursos para educar dignamente a los ciudadanos que no venderán el voto por una despensa o un vale de comida.
Sano escepticismo
Hasta ahora, para la inmensa mayoría de analistas, expertos y opinadores profesionales, no existe la posibilidad de que un docente crítico, analítico y reflexivo articule su propio entendimiento y concluya que en el espectro de posibilidades educativas denominado “Reforma” hay en juego muchas cosas, pero la educación de los niños de este país no es una de ellas.
Esta es una lucha de poder por el poder, donde la Gordillo defiende en el discurso su statu quo y el de la elite que tiene secuestrada a la educación en México, pero el discurso oficial no es mejor, ni brinda certeza, rumbo y respeto a la labor docente.
Escepticismo, cautela y una buena dosis de realidad, obliga a reconsiderar el “servicio profesional” y “los exámenes de oposición”, como garantía de calidad en la enseñanza.
¿Usted qué opina, estimado lector?
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