Hanna Schygulla
Elena Poniatowska/IV y última
E
n los años recientes, Hanna Schygulla interpreta a Neruda y a Borges, a Carriere y a Handke. Canta en Turín y en Madrid. Interpreta a Jorge Semprún, prisionero en Buchenwald. Brechat es su favorito y mucho tiene de Madre coraje. En el Círculo de Bellas Artes de Madrid leyó a Borges y los españoles se vinieron abajo. También interpretó una farsa sobre Hollywood La hora 25. En su espectáculo Borges y yo, la acompañó al piano Peter Ludwigg. García Márquez se ha declarado fan de Hanna, y recordó con admiración su actuación en El verano de la señora Forbes, en la que representa a una institutriz alemana que se pasa de severa. Todos la recuerdan enHistoria de Piera.
–¿Y trabajaste con cineastas mujeres, como Liliana Cavani?
–Cavani, nunca.
–¿Pero con la Von Trotta sí te gustó?
–La Von Trotta, sí. Siempre quisimos hacer una película que tiene un tema que todavía me gusta, pero nunca pudimos encontrar dinero.
–¿Qué terrible, no?
–Sí, es que el cine cuesta, por eso es que después hace falta hacer muchos compromisos, en el teatro no es tanto así.
–¿Puedes llevar una obra a la escena con poco dinero?
–Si haces cosas que no cuestan, puedes.
–Pero tú no eres una actriz que cobra mucho…
–No, no es eso, pero una película no depende sólo de lo que tú cobres, también están los técnicos.
–¿Tu carrera de cantante ha sustituido la de cine? ¿Cuándo empezaste a cantar? Cuando viniste a México hace, creo cinco años, ya hablabas de que ibas a cantar.
–Ocho años era.
–¿Y dijiste que ibas a venir a cantar a Bellas Artes?
–Sí. Empecé a cantar hace más de siete años. Ese es un sueño de niña también.
–Porque cantas precioso. ¿Tomaste clases?
–No. Nunca. Yo casi nada aprendí de una manera clásica. Como ya comencé tan tarde, yo sabía que si tomaba clases iba a perder todo el instinto.
–¿El instinto es lo que te da fuerza?
–Yo ni siquiera soy de los que vocalizan antes de salir a escena, nada de eso.
–¿Te lanzas como al agua? ¿Y qué cantas?
–Todo. Brecht, Edith Piaf, Janis Joplin, Billie Holiday, sobre todo Brecht, lo que a mí se me ocurre. Canto sin ensayar.
–¿Y siempre sale bien?
–No siempre, pero sale como sale; quizá no se trate de ser la mejor, pero sí tener algo de particular.
–Como dice Liliana Felipe,
tiene lo suyo.
–Sí, tener lo suyo, eso es más fácil de encontrar cuando tú no tienes que procesar las cosas con tantas técnicas, porque los criterios existen, pero también son inventos.
–¿Qué actrices te llaman la atención?
–Jeanne Moreau, Anna Magnani, Simone Signoret son admirables, pero la más admirable de las mujeres no es una actriz, sino una periodista: Louise Brooks. De los directores admiro a Stanley Kubrick, al cubano Tomás Gutierrez Alea y a Nikita Mijailkov.
–Oye Hanna, ¿cómo lograste mantenerte fuera de todo ese mundo delstar system, de la publicidad y del vedetismo?
–Eso siempre me pareció el inicio de una gran mentira, porque es un poquito como una enfermedad, es que después de tanto darte importancia o absorber todo eso que la gente te da como crédito, tú no logras ponerte en el lugar de los otros y sólo eres tú, tú, tú.
–La egolatría… Un día todo se acaba y nadie vuelve la cabeza para verte.
–Sí, y vives como que te autorrespiras, te autoasfixias también, porque existes dentro de una campana de vidrio, ¿verdad?, donde nadie más importa, y te repites a ti mismo y yo creo que es profundamente estéril.
–Recuerdo haberte visto en la Cineteca conversando con todos...
–A mí me parece que cada uno tiene algo, a veces tú encuentras justamente lo que te falta donde no te lo esperabas. Yo no creo mucho en las etiquetas, en la fama adquirida con anterioridad, creo en la gente, en su calor, en su ternura, en su mirada sobre los demás, admiro a los que se enfrentan a lo que más temen. Cuando uno tiene celebridad es por algo, no es solamente un aire caliente que te hace subir como un baloncito. Yo encontré tanta gente que no tiene nombre ni fama y es más rica por dentro que cualquier star. Por eso, yo no quiero apartarme de la gente…
–Oye Hanna y ¿cuánto tiempo estuviste en Cuba?
–Como cuatro meses después de la muerte de Fassbinder, en el 83, y luego en 1991 y me fascinó la manera de ser de esa gente. Después me hice muy amiga de Alicia Bustamante, que me ayudó a actuar. Como yo venía del cine, Alicia intervino en mis puestas en escena, y cuando ella hizo algo aquí en teatro con Patricia Reyes Espíndola, fui yo quien montó la obra. Entre nosotras hubo una complicidad.
–¿Qué ponías en escena tú?
–Ella escribió una obra en la que contó su país: Cuba a través de su niñez. La montamos, yo fui la directora. Alicia Bustamante es una actriz muy reconocida en Cuba.
–¿En México tuviste algunas experiencias importantes además de presentarte en Bellas Artes?
–Si, tomé peyote.
–¿Y qué pasó? Tengo curiosidad, porque nunca he tomado.
–Es muy suave. No pasa nada violento.
–Algunos dicen que te cambia la vida. Alguna vez espero ir con Jesusa, que es muy amiga de los huicholes.
–Tuve algunas visiones, pero no llegué al éxtasis, porque no quise demasiado.
–¿Es como la mariguana?
–No, es otra cosa, no te confunde, te da la sensación de que no hay límite entre tu cuerpo y la naturaleza. Perteneces a la tierra. Todo se siente más, brilla más, huele más, te llega más, tú no te sientes tan aislado, traspasas tu ego, que es un cuerpo aparte, borras los límites, sientes que eres parte de un todo, lo sientes físicamente. Les perteneces a los demás como ellos te pertenecen a ti. Los animales y las plantas son parte de ti.
–Porque hay viajes sicodélicos al infierno y otros al cielo, ¿no?
–Al futuro. Cuando tomé peyote estaba muy preocupada por mi padre. Su salud limitaba mis viajes fuera de Francia, donde vivimos, pero el peyote me tranquilizó en cuanto a su futuro y el mío. Acepté lo que fuera a suceder. Me puse en manos de la naturaleza. Ahora quizás voy a hacer una versión del viaje invernal de Schubert, cantando lo que de él me emociona y se lo dedicaré a mi padre. También me emociona Bach, como me emocionó recibir el Oso de Oro y que me entregaran la orden al Mérito de la República Federal de Alemania y me nombraran la mejor actriz de la Berlinale. Le veo mucho sentido a mi vida como actriz y haber actuado con Wim Wenders fue una enorme satisfacción.
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